Para los amantes de la animación, La tortuga roja (Dir Michael Dudok de Wit, 2016), producida por Studio Ghibli, el reconocido estudio de animación japonés, será una joya a descubrir, sencilla y abstracta (y con apenas un puñado de palabras o diálogos). La cinta se centra en un hombre que sobrevive un naufragio y al quedar varado en una isla enfrenta la aventura de la vida. Esto con un estilo de animación bastante tradicional y sencillo, en 2D, con una paleta de colores como los de una pintura y a veces como los de una acuarela y un trabajo sobresaliente en las texturas de elementos como el agua, la arena o plantas y árboles.
El hombre explorará y descubrirá la isla, tratará de dejarla en varias ocasiones, se enfrentará a una gigantesca tortuga roja que sabotea cada uno de sus intentos de escape y la cual eventualmente se convertirá en mucho más que una tortuga, en una parte importantísima de su vida (les dejo de sorpresa lo que sucede al respecto).
Vendrán sobresaltos y otras etapas de la vida. El protagonista inicial tratará de adaptarse a vivir en la isla y disfrutarlo. Llegará el amor, la familia, la experiencia de ser padre. La familia del otrora solitario sobreviviente será el nuevo eje de la historia y como conjunto enfrentará tristeza y desastres naturales, así como alegría y un sentido de conexión con la naturaleza. La historia da espacio e ideas para reflexionar sobre la naturaleza, la familia, la vida y mucho más.
La película tiene elementos mágicos, donde la naturaleza simboliza algo más. La tortuga es un ser enigmático y fantástico, cuya participación en la historia del hombre es importantísima. Un personaje que permite ver una foto más amplia de la vida y los ciclos y reflexionar al respecto. La naturaleza en conexión con lo fantástico es un concepto familiar en la filmografía del estudio japonés de animación, pero con la singular visión del cineasta holandés, quien ya contaba con reconocimiento entre los animadores de todo el mundo por su trabajo previo como director de cortometrajes.
En entrevista durante el Festival Internacional de Cine de Toronto en 2016, Dudok de Wit nos contó lo que este ser simboliza para él: “Para mí, la tortuga simboliza estar a gusto en el infinito. No es un animal que se queda cerca de la costa, se aleja miles de millas, solo, pacíficamente, y no puede volver por un año o dos. Ahí es donde pertenece, así que cuando abandona el océano es sólo porque realmente tiene que hacerlo”.
En La tortuga roja hay una belleza particular en la elegancia y economía que llega al tratarse de una película casi sin diálogos. Los personajes no hablan, sin embargo, a diferencia de lo que sería una película muda, el diseño sonoro y la música que nos transportan a cada escena y lugares son fundamentales y un deleite. El uso de los movimientos, gestos y el lenguaje corporal de los personajes, animales y humanos, hacen que esta sea una obra que aprovecha su condición de no tener diálogos o idiomas hablados para poder llegar de manera más directa a todo tipo de públicos, sin importar origen, nacionalidad o edad.
La tortuga roja estuvo nominada al Oscar a Mejor película animada en 2017. ¡Disfruta esta joya en Cinépolis Klic AQUÍ!
