El actor sólo fue dirigido por el italoamericano en Buenos muchachos, que se convirtió en una de las películas más representativas de ambos.
Martin Scorsese fue uno de los primeros en pronunciarse tras el deceso de Ray Liotta. No es para menos, pues casi todos coinciden en que Buenos muchachos (Goodfellas) fue la mejor película en toda la carrera del finado actor. No conforme con ello, el filme también es considerado entre los títulos más memorables del italoamericano. Un calificativo que no debe ser tomado a la ligera cuando recordamos el brillante historial del creativo.
Pero Martin Scorsese no sólo se queda con los buenos recuerdos del proyecto, también con un tenue remordimiento: el no haber hecho más películas con Ray Liotta. Así lo confesó en The Guardian:
“Teníamos muchos planes para volver a trabajar juntos, pero el momento no era el adecuado o el proyecto no estaba del todo bien. Lo lamento ahora. Cuando vi a Ray como el abogado de divorcios en Historia de un matrimonio —realmente da miedo en el papel, que es precisamente por lo que es tan divertido— recuerdo sentir que quería volver a trabajar con él en ese momento de su vida, para explorar la gravedad en su presencia, tan diferente del actor joven y vivaz que era cuando lo conocí”.
Lamentablemente el reencuentro nunca pudo concretarse y Marty se arrepiente: “ojalá hubiera tenido la oportunidad de verlo una vez más, para decirle cuánto significó para mí el trabajo que hicimos juntos. Pero tal vez lo sabía. Eso espero”.
Seguro que así era y que además siempre agradeció la oportunidad. Después de todo, Ray Liotta ganó numerosos elogios y reconocimientos por su labor en Buenos muchachos. Si el Óscar no fue uno de ellos puede atribuirse a que la Academia no siempre reconoció la obra de Martin Scorsese. Hablamos de uno de los mejores directores de todos los tiempos que ganó su primera estatuilla hasta 2007 con Los infiltrados.
Al final, los premios pasan a segundo término. Hoy día pocos se atreverían a negar que Buenos muchachos es una de las mejores películas de todos los tiempos y un clásico en toda la extensión del término. Es, en otras palabras, la cinta que garantizó la inmortalidad de Ray Liotta.
