La construcción de una gran franquicia no es tarea fácil. Que le pregunten al Dark Universe luego de su estrepitoso descalabro tras apenas una película… y media, si contamos lo mucho que batalló por definir la posición de Drácula: La historia jamás contada.
Mantener su continuidad tampoco. Ahí están Star Wars y el Wizarding World como ejemplo, la primera batalló duramente con su más reciente franquicia; la segunda ha padecido severos dolores de cabeza con unas precuelas que no terminan de encontrarse.
Mantener la identidad es aún peor. Como Rápido y furioso que pasó de la carrera urbana al auto volador. Dicho esto, vale la pena aclarar que lo hecho por el Marvel Cinematic Universe en sus casi 15 años no es perfecto, pero con sus altas y bajas, sí que es sobresaliente. El mayor problema en este punto de la casa de las ideas queda fuera de sus manos y radica principalmente en un público que aspira más al evento que al desarrollo. ¿A qué nos referimos?
Kevin Feige siempre ha emulado el modelo del cómic para la construcción de su franquicia. El mejor ejemplo son las películas individuales que permiten la construcción de cada personaje y que invariablemente conducen a los crossovers o lo que en el impreso suele conocerse como eventos. Historias, casi siempre en formato miniserie, concebidas para repercutir en todo su universo.
A lo largo de los años, el Marvel Cinematic Universe no ha hecho sino replicar esta fórmula, siendo cada una de sus fases un evento en sí, pero que en conjunto llevaban a un magno evento. La primera conducía a la unión de los Vengadores; mientras que la segunda a su distanciamiento. Los dilemas empiezan con una Fase Tres gloriosa. Tanto, que algunos títulos individuales pueden pasar como un evento por sí mismas, como Capitán América: Civil War que resquebrajó al grupo y Thor: Ragnarok que alteró completamente al héroe; a esto se suma además la emoción de ver a Spider-Man de lleno en este mundo con De regreso a casa y Lejos de casa; y finalmente el brillante clímax plasmado en Avengers: Infinity War y Avengers: Endgame que marcaron el flamante desenlace de la Saga del Infinito, integrada en su totalidad por ¡23 películas! Parece mucho, pero es poco si consideramos que un evento impreso como Civil War tomó exactamente 97 números.
¿Y qué pasa cuando todo esto llega a su fin? En los cómics se inicia, no de cero, sino desde este nuevo punto de partida, hacia un nuevo evento. Eso es precisamente lo que está haciendo Marvel Studios en este momento con títulos como Doctor Strange en el multiverso de la locura, Spider-Man: Sin camino a casa, What if…?, Loki y WandaVision, pero el listón quedó tan elevado, que el público parece renuente a aceptar la casi obligada bajada de emociones para la construcción del nuevo gran conflicto que estará directamente vinculado al multiverso.
Así lo demuestran incontables debates en redes sociales donde se aprecia cierta molestia por una presunta desescalada y en los que se asegura además que la franquicia nunca podrá superar lo hecho en Infinity War y Endgame. Se pone como prueba una Fase Cuatro en pleno desarrollo, alegando que los debuts de Shang-Chi y Eternals aportaron poco y que viejos conocidos como Black Widow y Doctor Strange quedaron a deber. Casi pareciera que muchos ya no recuerdan que nada es casualidad, ¿o es que ya se olvidaron Ant-Man? Un personaje que parecía aportar de poco a nada, hasta que su ciencia se tornó decisiva para el atraco temporal. Próximamente también será el encargado de debutar a Kang.
Se cita también a Spider-Man: Sin camino a casa como el único filme que ha cumplido hasta ahora. Su tarea era adentrarnos un poco más de lleno en el multiverso, especialmente para todos aquéllos que aún no tenían el concepto del todo claro. Esto con una triple alianza arácnida que sólo puede describirse como un sueño. Pero un gran poder conlleva una gran responsabilidad y ahora son varios los que piensan que cualquier título de esta naturaleza invariablemente debía conectar con otras franquicias.
Ahí está Doctor Strange en el multiverso de la locura, un filme redondo en muchos sentidos, cuyo mayor pecado parece ser el no haber cumplido con las exigencias de tantísimas personas que crearon sus propias películas en sus respectivas cabezas. Una que incluía cameos de Tom Cruise como Iron Man, cruces con los X-Men y muy especialmente con el Wolverine de Hugh Jackman y el Deadpool de Ryan Reynolds, y si daba tiempo con los Cuatro Fantásticos, o al menos con la Antorcha Humana de Chris Evans. Y claro, lo más lógico era pensar que estos encuentros desembocarían en la incorporación de estos grupos al Marvel Cinematic Universe. Pero cuando esto no pasó, todo fue una decepción.
La franquicia marvelita no es perfecta, pero sí que se ha ganado nuestra confianza a través del tiempo. Es un proyecto que busca, por sobre todas las cosas, complacer a su público, pero el camino a lograrlo va más allá del simple crowd pleaser. Siempre ha requerido una planeación meticulosa y compleja, a veces incomprensible, hasta que todo termina encajando en el más emocionante rompecabezas. El nuevo gran evento de Marvel Studios está en plena construcción, juzguémoslo desde una perspectiva objetiva, pero también disfrutemos del viaje.
