Las miradas están puestas en nuestra adicción por el espectáculo y la monetización de la tragedia.
Jordan Peele señaló en una entrevista para el programa Today, que mientras escribía su tercer largometraje ¡Nop!, durante la pandemia, estaba peleando por el cine, por la experiencia teatral de una película vista en pantalla grande en una sala de cine oscura.
Y es que ¡Nop! es exactamente eso, una experiencia teatral pero no como las más recientes obras de otros autores que también luchan por el cine como Christopher Nolan, Denis Villeneuve o el propio Tom Cruise. No. Ésta, su tercer película, es una experiencia teatral pero que coquetea con el cine de eventos espectaculares de los 70 de Encuentros cercanos del tercer tipo o Tiburón, ambas de Steven Spielberg quien sigue siendo una inspiración para muchos cineastas.
La historia nos presenta a dos hermanos que luchan por mantener su rancho de caballos como el negocio de la tradición familiar por generaciones. Este rancho lo han ocupado a lo largo de los años para diversas producciones de Hollywood, sin embargo hoy les es más fácil crear animales por CGI que emplear reales, por lo que el negocio peligra. Sin embargo éste no es el mayor problema de Emerald y O.J. Haywood, pues existe una extraña presencia detrás de las nubes que parece no los dejará en paz.
Con ¡Huye!, Jordan Peele mostró que al género de terror podía dársele una nueva mirada aun y con una idea sencilla: una pareja interracial donde la novia caucásica le presentaría a sus papás a su novio, interpretado también por Daniel Kaluuya. El miedo y nerviosismo natural que hemos vivido al conocer a los suegros toma nuevos niveles al descender, literal, a las entrañas de esta familia de blancos.
Con ¡Nop! Peele no presenta su crítica de forma frontal, sino que la oculta tal cual, como esta presencia que esta detrás de las nubes, pero a la vez está ahí presente e incluso formamos parte de la misma.
La clave está en la necesidad del ser humano por el espectáculo, por el gancho que tenemos como público a la hora de presenciar un evento único. En esta misma entrevista para Today, Peele pone como ejemplo un choque automovilístico: cuando ocurre, la mayoría de nosotros disminuimos la velocidad para tratar de observar lo que ocurrió, porque nos atrae la espectacularidad, sin importar si hay afectados o no. Nos atraen estos escenarios que nos permiten desconectarnos de nuestra propia realidad y, en algunos casos, observar que hay otras personas que la están pasando peor que nosotros.
Uno de los personajes de la película es sobreviviente de un accidente cuando fue niño, y aunque pueda parecer que eso generó en él un trauma, es la propia naturaleza de Hollywood la que lo expulsa no sólo como sobreviviente sino como hombre espectáculo que utiliza su propia desgracia para explotar todo lo que pueda y generar ganancias para su negocio, es ahí donde la crítica de Peele se adentra en la psicología no sólo de este personaje sino en la de nosotros, el espectador: ¿cuánto estamos dispuestos a ver de cerca la desgracia ajena, e incluso pagar por ello, para así ser ‘maravillados’ por este cruel espectáculo?’.
Pero la experiencia teatral de ¡Nop! no se limita a nuestra necesidad por el shock, la película también aborda la dualidad entre lo viejo y lo nuevo, entre lo natural contra lo artificial.
Mientras los hermanos tratan de sobrevivir con su rancho de caballos, por otro lado está el Hollywood que prefiere lo digital, lo artificial para lograr el mismo impacto que lograrían si utilizaran caballos creados por computadora. Aquí el mensaje de Peele traspasa la pantalla para hablar como director en un Hollywood donde abundan las producciones con un mar de efectos digitales hoy en día.
Jordan Peele rodó toda la película en formato cine, por encima de lo digital, y además se valió del trabajo del fotógrafo Hoyte Von Hoytema (Dunkerque, Interestelar, Ad Astra) quien presenta imágenes que por sí solas son grandilocuentes conforme la pantalla sea más grande. Es así como Peele logra un trabajo cercano al de los grandes eventos cinematográficos de los 70, como el de Encuentros cercanos del tercer tipo, en donde nosotros como espectadores nos sumergimos en el espectáculo que nos ayuda a desconectarnos de nuestra realidad por un par de horas.
Al final el director ganador del Óscar por el guion de ¡Huye!, invita al público a sumergirse en una aventura con elementos sci-fi, de terror y misterio, pero sin dejar de lado la crítica, donde como ha sucedido con el resto de su filmografía, las miradas están puestas ya sea sobre las diferencias raciales, el privilegio de unos cuantos o nuestra adicción por el espectáculo y la monetización de la tragedia.
