¿Quién quiere una mesa?
Ralph Fiennes y Anya Taylor-Joy son dos de los mejores actores de los últimos tiempos. Son también dos de los más populares. Irónicamente ambos han alcanzado estas condiciones desde la exploración de lo inquietante. ¿A qué nos referimos? No a sus respectivos pasos por el terror, el thriller, ni el fantástico, sino a su interés en historias y personajes que quitan el sosiego, turban la quietud o simplemente perturban. Una tendencia que continúa en su próxima El menú.
La etiqueta viene en muchas envolturas. En el caso del británico, cualquiera pensaría en Voldemort de Harry Potter o incluso en Hades de Furia de titanes, cuando lo cierto es que muchos otros de sus personajes deambulan por esta misma categoría. Ahí está el realismo extremo de Amon Goeth en La lista de Schindler quien representa uno de los momentos más inquietantes de la humanidad, pero también Gustave de El Gran Hotel Budapest cuya forma de vestir y actuar genera incomodidad en más de uno. ¡No es broma! Basta una búsqueda superficial en internet para confirmarlo.
El caso de la actriz es aún más evidente. Su personaje debut fue Thomasin en La bruja y desde entonces no se ha cansado de plasmar sensaciones inquietantes en el público con personajes como Casey Cooke en Split, Sandie de El misterio de Soho o Ilyana Rasputin de Los nuevos mutantes. Ni siquiera su paso por el streaming se salva con Beth Harmon en The Queen’s Gambit que plasma la luz y la oscuridad de una joven ajedrecista.
Ambos lo disfrutan. Así lo confesó Ralph Fiennes al manifestar su gusto por las “ambivalencias internas”, la manera en que “a menudo, nos engañamos a nosotros mismos”, y lo importante que es “ir a ese lugar realmente sombrío para entender tu humanidad” [vía]. Una comprensión tan grande que incluso sabe cómo rechazarla, como cuando se negó rotundamente a convertir a su M de James Bond en villano.
Anya Taylor-Joy va por la misma ruta, pues recientemente confesó haber rechazado un piloto del Disney Channel para acompañar a Robert Eggers en su lúgubre ópera prima. “Tuve un muy buen presentimiento sobre La bruja que me hizo querer renunciar a la experiencia de Disney por lo que me parecía desconocido, lo que me parecía sagrado”, explicó [vía].
Este interés común, aunado a sus diferentes cualidades, hacía que el cruce histriónico se tornara inminente. Es así como llegamos a la ya mencionada El menú, sobre una joven pareja que se somete a una perturbadora experiencia gastronómica a cargo de un muy singular chef. Los detalles han sido resguardados con secretismo y no quisiéramos arruinar la experiencia, por lo que sólo diremos que nunca volverán a ver un restaurante con los mismos ojos.
Y esto está bien, pues pocas experiencias tan gratificantes como el disfrutar una película que te marca. No desde la comodidad, sino desde esa tenue sensación de malestar a la que no puedes ni quieres renunciar, sino que te obsesiona y pasa a formar parte de ti para siempre. Lo inquietante. ¿Quieres una mesa para disfrutar del menú? Tenemos una reserva para ti agendada para el 17 de noviembre que es cuando podrás disfrutar de esta cinta en Cinépolis.
