La gran libertad está situada en la Alemania de la posguerra y cuenta la historia de Hans Hoffman, interpretado por Franz Rogowski. Sobreviviente de los campos de concentración, pasó mucho tiempo en la cárcel por ser homosexual, considerado un delito de acuerdo al párrafo 175 del código penal. La película se centra en tres años distintos: 1945, 1957 y 1968, cada uno presenta un pasaje desgarrador y perturbador, sin caer en lo gráfico o lo chantajista.
La cinta es honesta sin tener la pretensión de conmover. El impacto de los silencios de los personajes dejan sin aliento al espectador, con un hoyo en el estómago. Destaca el guion inteligente y bien estructurado del escritor Thomas Reider, así como la dirección del austriaco Sebastian Meise.
El trabajo del actor Franz Rogowski, a quien hemos visto en filmes como Undine o Tránsito, es maravilloso. Además de su transformación física, con sus ojos logra reflejar una eterna tristeza provocada por la falta de amor y libertad. La claustrofobia es otro de los factores atmosféricos que juegan a favor y que junto con la música de Peter Brötzmann y Nils Petter Molvaær, sumergen a la audiencia en el dolor que Hans está afrontando.
La gran libertad fue preseleccionada para representar a Austria en el Óscar 2022. No fue elegida, pero se alzó con otros grandes reconocimientos, como el Premio del Jurado en el Festival Internacional de Cine de Cannes en 2021.
Un filme necesario, oportuno, intimista y estructurado de una manera bellísima, pero también muy duro de ver. Un relato realista sobre el poder de la amistad, del amor, pero sobre todo del poder de la elección y de la libertad, en cuyo título radica una dolorosa ironía.
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