El hombre que alguna vez lo paseó ofreció interesantes detalles del animador y su fiel acompañante.
Cuando pensamos en los personajes más icónicos de Disney, Pluto sin duda ocupa un lugar especial en la mente de los espectadores. El icónico canino, que para muchos es una mezcla entre labrador y sabueso, se ha ganado el cariño del público a lo largo de varias décadas, y muchos se han preguntado de dónde surgió la inspiración para crearlo. Resulta que, hace varias décadas, Pluto fue un auténtico perro de carne y hueso, y la mascota de Walt Disney, el creador del estudio que ha deslumbrado a más de uno con sus historias.
Durante la década de los 50, una vez que La cenicienta salvó a Disney de ir a la ruina luego de tantos fracasos, Walt Disney emprendió algunos viajes alrededor del mundo para buscar locaciones que inspiraran sus nuevas películas. Fue así como llegó a Andalucía, España, donde se alojó en El Fuerte Marbella, uno de los hoteles más destacados del centro de la zona. Es de esa visita donde se tienen registros del Pluto de la vida real.
En aquellos tiempos ya existían numerosos medios de comunicación, pero fuera de Estados Unidos, Walt Disney no era precisamente conocido. La gente sabía su nombre, claro, pero su rostro no era uno muy reconocido. Quienes sí disfrutaron y recordaron su presencia fueron los empleados del hotel donde se hospedó. Estos recibieron jugosas propinas y buenos tratos del empresario. Pero también la oportunidad de pasear a cierto labrador dorado. Sí, Pluto.
La anécdota se retomó debido al centenario de Disney como estudio. El sitio web del hotel presume entre sus logros haber hospedado al icónico animador y padre de numerosas historias. Uno de los botones, Pedro Guerrero, tenía en aquel entonces 15 años, y habló para el periódico La Razón sobre la existencia de Pluto.
“Siempre la gente ha pensado que Pluto era un dibujo animado y ¡uy!, cómo se equivocan. Pluto era un perro de carne y hueso que viajaba siempre con Walt Disney, allá donde él fuera, y que tuvimos el gusto de alojar en este hotel donde yo lo paseaba por la playa de Venus y cobraba suculentas propinas por hacerlo”.
Guerrero recordó, además, que Walt Disney se hospedó en la habitación 208. Todas las mañanas tocaba su puerta y el huésped le entregaba al can para pasearlo. Así lo hacía plácidamente, lo llevaba a la playa, jugaba con él, le aventaba juguetes para que él se los deolviera y, a su vuelta, el dueño del estudio le pagaba un billete de 50 pesetas. En esos tiempos, tal cantidad le alcanzaba para que su madre y él comieran cómodamente durante tres días.
Luego de su estancia, Disney se hospedó en otro complejo cercano, pero al parecer el Pluto de la vida real se encariñó con Guerrero. A pesar de no estar en el hotel donde trabajaba, el botones le llevaba su correspondencia y comía con el animador luego de que éste lo invitara. Desgraciadamente, luego de su visita a Andalucía, Pedro Guerrero jamás vio a Disney otra vez. Sólo pudo contemplar su éxito a la distancia y recordar los bellos momentos que pasó con él, y con Pluto.
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