En esta entrega de “Dos o tres cosas que sé de cine”, Jonatan Gómez profundiza en Tótem, de Lila Avilés, en su relación de aspecto y más.
Tótem, de Lila Avilés, estrenada hace apenas unas semanas, me dejó pensando en la importancia de tomar la decisión correcta por parte de un director o directora (junto con su director@ de fotografía) y que a muchos les pasaría desapercibido: la relación de aspecto.
La relación de aspecto es, básicamente la proporción del cuadro que vemos. Es decir, la relación que existe entre lo alto contra lo ancho de la pantalla y siempre podremos encontrarla con dos números separados por dos puntos, por ejemplo: 1:1, 3:2, etc.
El significado de la relación de aspecto en Tótem
En el caso de la segunda película de Lila Avilés se trata de un formato cuadrado, que recuerda al cine filmado análogamente.
Esta elección, que pareciera ser meramente técnica, tiene un peso fundamental en la narrativa de la historia. Así, podemos entender lo claustrofóbico y agobiante que puede llegar a convertirse este ambiente. Uno que, cualquiera de nosotros, pensaría como el más reconfortante y seguro: el del hogar, acompañados por la familia.
¿Qué pasaría si hubiéramos visto a Sol en un cuadro más alargado, panorámico?, por ejemplo. ¿Cómo hubiera sido la percepción de la relación espacial (y emocional) entre Nury y Alejandra?, ¿sería la misma? Quizá más densa o más armoniosa, tal vez más tensa o más distante.
Esa decisión técnico-estética puede, con el simple hecho de existir, darle un sentido reforzante o contradictorio al discurso propuesto por los autores de la película.
Un tema con tantas posibilidades de análisis podría quedar corto en un espacio escrito como lo es este. Sin embargo, la propuesta es que, a partir de ahora, sea un aspecto para reflexionar al respecto al momento de ir al cine.
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