Con el estreno de La primera profecía, Luis Miguel Cruz hace un recuento del cine maldito, ¿qué películas han tenido esta etiqueta y por qué?
El cine, históricamente etiquetado como una fábrica de sueños, es también un especialista en la manufactura de pesadillas, muchas de las cuales han quebrado los límites de la pantalla para llegar al mundo real. Hablamos, por supuesto, al denominado cine maldito: obras que han sido sacudidas por todo tipo de tragedias que han quedado grabadas en la mente de un público. Hay quienes atribuyen estas desgracias a la casualidad, calificándolas de accidentes propios de una industria plagada de riesgos propios de los equipos humanos y técnicos. Otros, sin embargo, se han decantado por sobrenatural. Un modo en que fuerzas oscuras castigan a las producciones que osan mirarlas a los ojos. ¿Qué es verdad y qué es ficción? Nadie lo sabe a ciencia cierta.
La historia está llena de casos bien conocidos por todos. Una lista extensa que parte de la obra de una leyenda del cine germano como FW Murnau y se extiende hasta el terreno de los superhéroes. En cualquiera de los casos, muchas de estas leyendas negras se han visto potenciadas por una industria que no ha vacilado en convertir la tragedia en estrategia de marketing, sabedora de que el público nunca descartará un poco de morbo y recibirá con buenos ojos la posibilidad de añadir un poco de magia, por perturbadora que ésta sea, a una dura realidad que cada vez es más difícil de sobrellevar.
A pesar del poder hipnótico que el cine maldito ha mostrado por generaciones, sorprende que el siglo XXI no haya concedido esta etiqueta a una sola producción. ¿Será que hemos perdido la capacidad de asombro ante los sucesos sin explicación o es que las sensaciones de desesperanza que nos rodean han alcanzado tales niveles que han concedido el mejor de los escondites a las fuerzas oscuras?
Misterios del siglo XXI
El bebé de Rosemary, El exorcista, La profecía, Poltergeist… algunas de las obras más icónicas del cine maldito exploran el mal. Quizá por ello resulta casi tan curioso, por no decir increíble, que las más recientes representaciones del maligno, como El conjuro o El legado del diablo por nombrar algunas, hayan quedado exentas de cualquier daño. Esto no significa que el cine se ha salvado. Es difícil permanecer indiferente ante aquellas producciones que se vieron sacudidas por tragedias muy similares a las vividas por muchos de los filmes que han sido llamados con esta infame etiqueta.
El caso de La pasión de Cristo
Quizá La pasión de Cristo nunca ha sido vista como terror religioso. Pero sí que ha intimidado a más de uno al contar con algunas de las escenas más inquietantes de su tiempo. Algo que incluye la brutal tortura que sufre el personaje central, así como las siempre inquietantes apariciones del demonio, siendo la del perturbador bebé que lleva entre sus brazos la más recordada de todas. La cinta nunca fue llamada maldita. Aún cuando estuvo directamente relacionada con la debacle profesional de su director Mel Gibson y su protagonista Jim Caviezel.
Hablando de este último, la producción usó cada oportunidad para recordar que el actor tenía las mismas iniciales con Jesucristo, pero ésta no fue la única similitud. El actor fue golpeado por un látigo un par de veces, su hombro se dislocó, padeció hipotermia e incluso fue golpeado por un rayo en la escena de la crucifixión. Siempre dijo que había salido ileso de este incidente. Versión que cambió en 2023 al aceptar que fue llevado al hospital donde murió por unos minutos. Con todo esto, es curioso que nadie haya dicho que la cinta estaba maldita.
Por cierto, no está de más recordar que la última vez que un protagonista estuvo involucrado con el golpe de un rayo fue Gregory Peck. Suceso del cine maldito que se dio durante la producción de La profecía. Hablamos de aquella ocasión la ráfaga de energía cayó en el avión en el que volaba.
Tragedias en el set (y fuera de este)
Si de tragedias se trata, la muerte de actores en situaciones inquietantes tiene relación directa con el cine maldito. Los ejemplos por excelencia son Game of Death y El cuervo.
La primera quedó inconclusa tras la muerte de Bruce Lee, pero fue terminada varios años después. Con un radical cambio de guion y uso de escenas de otros filmes. La segunda atestiguó el deceso de Brandon Lee tras una confusión en el uso de municiones. Esta última quedó marcada en el imaginario por su narrativa directamente sobre la muerte y la resurrección.
En una línea diferente, aunque no por ello menos perturbadora, Heath Ledger murió poco antes del estreno de El caballero de la noche. El deceso provoca todavía pena entre los aficionados que visualizaron una prometedora carrera truncada de la peor manera. Pero también toda clase de debates entre quienes piensan que el australiano fue consumido por su magistral interpretación del Joker. Una creencia potenciada por diarios y vídeos que han visto la luz con el paso de los años. Y que han rodeado al personaje de un aura oscura. La secuela gótica nunca ha sido vista como una obra maldita.
Casos insólitos: musicales y superhéroes
Aunque si de muertes se trata, habrá que alejarnos del cine para entrar en otro mundo. Concretamente de Glee, uno de los shows más icónicos de su tiempo, pero cuyo legado se ha visto ensombrecido por varios decesos. Más de una veintena de actores que fueron parte de la producción murieron en los años posteriores. Siendo Cory Monteith, Mark Salling y Naya Rivera los casos más sonados por su juventud.
Esta situación bien podría ser equiparada con la llamada maldición de Superman. Que presuntamente ha aquejado a muchos de los actores relacionados con las distintas adaptaciones del kryptoniano. George Reeves y Christopher Reeve fueron los exponentes más sonados.
Hablando de esto, lo cierto es que ya nadie parece temer a la posibilidad de caer en desgracia por participar en una producción relacionada con el héroe bandera de DC Comics. Tan es así, que la potencial maldición ha dejado de ser tema de conversación tras el anuncio de los más recientes castings. Caso similar al de las viejas franquicias cuyas reinvenciones estrenaron sin ser aquejadas por ningún tipo de ente oscuro. Esto incluye el remake de Poltergeist y la secuela de El exorcista.
¿Y qué hay de la precuela de La profecía?
Para deleite de los amantes de lo sobrenatural, se reporta que en la producción esta última maldición sí que continúa. Ralph Ineson, el padre Brennan, fue extrañamente agredido por un perro. Esto no es muy inquietante, pero sí muy extraño que el Uber que debía llevarlo al aeropuerto se perdió. Y terminó cerca de la iglesia donde el personaje muere en la entrega original. Esto ya es más tenebroso. No sólo esto, la hija de este mismo actor fue atacada por una parvada de cuervos tras la grabación de un muy breve cameo. Para cerrar con broche de oro, se dice que el diámetro de la piazza donde se rodó una de las secuencias clave mide 666 pies. Aunque este dato no fue confirmado por la producción. ¿Significa que hay esperanza para el cine maldito?
El destino del cine maldito
Afirmar que el cine maldito ha existido o sigue existiendo es una labor imposible. Lo que sí podemos afirmar es que los sucesos que han sido históricamente vinculados con este mote continúan manifestándose, aunque su impacto en las audiencias ha dejado de ser el mismo.
Jesús Palacios atribuye el fenómeno a los nuevos quehaceres cinematográficos que han roto de lleno con la fantasía para decantarse por “procedimientos y técnicas, llevados ahora a su casi máxima perfección”. Una ejecución que ha mermado la capacidad de asombro del público al reemplazar la vieja magia con la manufactura de un nuevo cine maldito que se ha apoyado de lleno en el falso documental como El proyecto de la bruja de Blair y Actividad paranormal, y en la garantía de que buena parte del terror contemporáneo se inspira en hechos reales aun cuando esto no siempre sea así.
La transformación de las películas malditas
La velocidad a la que se mueve la industria contemporánea también puede afectar la concepción de las presuntas maldiciones. Pareciera que cada vez hay más estrenos y menos tiempo para disfrutarlos y dicho sea de paso, para reflexionar sobre todo lo que les rodea.
Tampoco podemos perder de vista que a lo largo del siglo XXI nuestras peores pesadillas han desviado la atención de la pantalla para centrarse en un mundo real que se ha tornado más inquietante con cada día que pasa. Un horror que comenzó con los atentados del 11 de septiembre del 2001 y que se extiende hasta la pandemia del 2020, pasando en el camino por toda clase de crisis políticas, sociales, bélicas y económicas. Un duro golpe de realidad que ha hecho pensar que las maldiciones quizá no radican en el cine, sino en la existencia misma.
Las oscuras coincidencias que han dado forma al cine maldito a través de los años continúan ahí, a la espera de ser descubiertas para dar forma a nuestros sueños más inquietantes. Esos que nos llevan a territorios alternos donde la realidad y la ficción se cruzan para demostrar que todo es posible.
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