Spoiler alert: Nosferatu no es el primer filme de terror que sacude las fiestas decembrinas.
Son muchas las personas que aprovechan los primeros días de diciembre para iniciar los maratones de cine navideño. Proyecciones que suelen durar todo el mes y que en muchas ocasiones se extienden hasta la culminación de los festejos, ya sea en Navidad, Año Nuevo o en día de Reyes. Sin embargo, la industria ha cambiado de manera importante con el paso de los años, lo que ha repercutido en el calendario de estrenos: Qué bello es vivir, clásico imperecedero protagonizado por John Stewart, estrenó el 20 de diciembre de 1946; más de medio siglo después, Red One con Dwayne Johnson y Chris Evans, abrió el 15 de noviembre de 2024. ¡Más de un mes antes!
Que una película navideña estrene muy cerca de la Navidad ha dejado de ser lo más rentable. A esto sumemos que el público siempre está en busca de todo tipo de opciones. “Evolutivamente, los seres humanos estamos muy atentos a las diferencias marcadas porque estamos diseñados para prestar atención a las cosas de nuestro entorno que están cambiando, que son diferentes”, asegura el especialista en marketing Alex DePaoli. “Entonces, si pones dos cosas muy diferentes una al lado de la otra, eso atrae nuestro interés. Desde una perspectiva de marketing, es una buena manera de generar expectación”.
El cine lo ha demostrado en múltiples ocasiones, con todo tipo de apuestas de alto riesgo que se decantan por la Navidad para su fecha de estreno. Algunas han triunfado, otras no tanto. A continuación un recuento de algunos de los estrenos más inusuales para el día de Navidad.
Nota: La siguiente lista se refiere a estrenos originales en los Estados Unidos.
The Spirit (Dir. Frank Miller, 2008)
The Spirit, adaptación de la tira y del posterior cómic del personaje creado por Will Eisner, y que marcó el primer filme dirigido en solitario por Frank Miller, debió estrenar el 16 de enero del 2009. Al menos ese era el plan original hasta que Lionsgate optó por cambiar la fecha al 25 de enero del 2008 convencido de que los otros estrenos del día, Marley & yo y Cuentos que no son cuento, no representaban una competencia directa. La apuesta falló rotundamente con el filme ocupando la novena posición en taquilla durante una de las fechas más codiciadas del año. Los primeros análisis atribuyeron el tropezón a que la Navidad quizá no era la fecha más idónea para estrenar un filme neo-noir cuya estética remitía considerablemente a Sin City; también consideraron que el material fuente no tenía la popularidad de otros comics; y finalmente concluyeron que el star power de Samuel L. Jackson, Scarlett Johansson y Eva Mendes fue incapaz de sostener la tibia elección de Gabriel Macht como protagonista. Finalmente, no está de más recordar que la fórmula que combina Navidad y adaptaciones de comics no es del todo descabellada siempre que el tratamiento sea el adecuado, tal y como ya lo demostraron Batman regresa y Iron Man 3. Una situación que no se cumplió en el caso de esta producción.
Django sin cadenas (Dir. Quentin Tarantino, 2012)
“Esta Navidad, Django se quita las cadenas”. El remate presentado en el tráiler de Django sin cadenas generó casi tanta extrañeza como la decisión de estrenar el 25 de diciembre de 2012. Incluso algunos medios escribieron editoriales en los que cuestionaban las razones de Columbia, alegando que Quentin Tarantino tenía la calidad y la popularidad suficiente para sostener un filme sin necesidad de recurrir en estas estrategias. La renuencia era comprensible si consideramos que un western antiesclavista cargado con toda la brutalidad que siempre ha caracterizado la obra de Quentin Tarantino no es el tipo de película que uno considera para las fiestas decembrinas. O tal vez sí, ya que tuvo la segunda mejor taquilla del día sólo por detrás de Los Miserables y la segunda mejor recaudación del fin de semana por detrás de El hobbit: Un viaje inesperado. No conforme con esto, se posicionó como la tercera mejor apertura en toda la historia de la Navidad. En resumidas cuentas, la provocación funcionó. Tanto, que sólo tres años después se repitió la estrategia con Los ocho más odiados, pero con la peculiaridad de que su estreno navideño se dio de manera limitada, reservando la apertura a gran escala para el 30 de diciembre. Esta vez no hubo feliz Navidad, sino próspero año nuevo.
El lobo de Wall Street (Dir. Martin Scorsese, 2013)
Leonardo DiCaprio se ha convertido en todo un emblema de las fechas decembrinas. No lo decimos únicamente por Titanic, que ha sido abrazado como un clásico tan improbable como imperdible de la temporada, sino también por muchas otras películas posteriores que eligieron el 25 de diciembre como su fecha de apertura. Sucedió con Atrápame si puedes en 2002, la ya mencionada Django sin cadenas en 2012 y El renacido en 2015. Ninguna es precisamente navideña, pero la que se lleva las palmas es El lobo de Wall Street, que dirigida por Martin Scorsese, engalanó las fiestas del 2013. Su estreno original estaba contemplado para noviembre, pero Paramount optó por cambiar la fecha para darle unas semanas más de edición al prestigioso cineasta, lo que permitió rebajar el filme de 180 a 165 minutos. Su calidad es indiscutible, pero su temática no conectó de lleno con el espíritu festivo de las audiencias, lo que la condenó al quinto lugar de taquilla en su fin de semana de estreno. Hoy día es vista como un clásico contemporáneo, aunque ciertamente no uno de la temporada decembrina.
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El exorcista (Dir. William Friedkin, 1978)
¿Quién habría imaginado que el 26 de diciembre, apenas un día después de la Navidad, sería un gran día para un exorcismo? A más de medio siglo de distancia, el estreno de El exorcista programado para el 26 de diciembre de 1973, se mantiene como una de las decisiones más audaces y controvertidas en toda la historia del cine. También una de las más inquietantes cuando recordamos que los planes iniciales de Warner contemplaban otras fechas que fueron descartadas por distintos incidentes suscitados a lo largo de la producción, lo que resultó en el inusual encuentro del filme maldito con la temporada sacra. Se dice que nadie al interior del estudio tenía la más mínima idea de qué esperar, no sólo por la profanación, sino por tratarse de un filme tan distinto a lo visto hasta entonces. Incluso se especulaba de un fracaso de proporciones catastróficas al más puro estilo de Cleopatra. Sucedió todo lo contrario: potenciado por la desesperanza que imperaba en la década de los 70, El exorcista se convirtió en un fenómeno de su tiempo y no tardó en convertirse en una de las películas más celebradas de toda la historia. Una que sigue estremeciendo al público hasta nuestros días, ya sean nuevas audiencias o valientes que se aventuran al reencuentro. Un caso inusual dentro de los estrenos de la temporada navideña que sin lugar a dudas selló un precedente imprescindible para Nosferatu.
Nosferatu (Dir. Robert Eggers, 2024)
La versión original de Nosferatu fue concebido desde una auténtica profanación creativa: incapaz de hacerse con los derechos de Drácula de Bram Stoker, la producción se decantó por una versión apócrifa que llevó al estudio a la quiebra y casi desemboca en la destrucción de todas las copias. Pero la oscuridad sobrevivió para dar uno de los mayores clásicos en toda la historia del cine. Más de cien años después, el hijo de la noche regresa a la pantalla en una nueva profanación: la usurpación de las navidades con una fecha de estreno programada para el 25 de diciembre. La decisión ha provocado el asombro de un público que ha esperado con ansias la apertura, así como el aplauso de los especialistas en mercadotecnia que han celebrado la arriesgada estrategia. Una que, según su experiencia, puede dar uno de los mayores éxitos del año. Y es que encuestas recientes señalan que el 89% de los adultos en Estados Unidos experimentan distintas tensiones durante las fiestas decembrinas. “Para liberar todo ese estrés, buscamos una experiencia cinematográfica transformadora”, dice Sean Gallagher, docente de marketing en la Universidad de Northeastern. “Es simplemente algo que nuestro cerebro está programado para anhelar, y luego sentimos alivio, nos sentimos mejor, nos sentimos más ligeros. Nos ayuda a liberar parte del estrés que se había acumulado”.
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