Conoce los detalles de esta gran historia, todo en palabras de la primera actriz.
Más de cinco décadas de trayectoria, proyectos en todo el mundo y una nominación al Oscar lo dejan todo claro: Adriana Barraza es una de las mejores actrices que ha dado México. La última vez que la vimos en cines fue como la adorable Nana Reyes de Blue Beetle, quien con su fuerza y coraje inspiró a toda la familia del protagonista. Este 2024, Adriana Barraza está de vuelta con un título igual de importante, pero aún más entrañable: Mi amigo el pingüino. Inspirada en una historia real, esta producción filmada en Brasil promete conmover a todos los espectadores con su encanto, personajes, y lo que dice de las relaciones humanas. Paloma & Nacho pudo platicar con la maestra Barraza, quien nos reveló algunos importantes detalles de la historia.
Mi amigo el pingüino es una encantadora una aventura sobre un pingüino perdido rescatado de un derrame de petróleo, que transforma la vida de Joao (Jean Reno), un pescador desconsolado. Este, que vive junto a su esposa María (Adriana Barraza), se encuentra atormentado por una tragedia del pasado. Pronto, Joao y el pingüino se convierten en amigos improbables, tan unidos que ni siquiera el vasto océano puede separarlos.
En la vida de Joao y María está el dolor de perder a un hijo (algo que vemos en los primeros minutos de la cinta). Pero la película no aprovecha ese dolor para caer en un sentimentalismo barato, en su lugar lo toma como una oportunidad para evidenciar aquellas cosas con las que muchos cargan, y que no permiten avanzar. Entre miradas, algunos silencios incómodos y un pingüino, la trama permite construir un dolor del que no se habla.
“Creo que el guion está maravillosamente bien escrito. Todo lo que se ve sale del guion, su relación está marcada así. Los actores, a esta edad, hemos vivido. Los seres humanos aprendemos del dolor desde que nacimos, igual que de la alegría. Para esta pérdida de un hijo, el guion lo pone tan explícito en un principio, y después nos deja ver cómo los personajes sobreviven. Hay cordialidad entre ellos, monotonía, y la película nos enseña que siempre hay sorpresas. El pingüino les da la oportunidad de hablar de algo sobre lo que, quizá, nunca hubieran hablado”.
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DinDim, el pingüino en cuestión, es un regalo del mar, ese mismo mar que años atrás les provocó el dolor más grande de su existencia. Aunque la producción pudo recurrir a una salida fácil (crear los animales por medio de CGI), se decidió contar con ejemplares perfectamente entrenados. Esto dotó de realismo a algunas escenas que, por sí mismas, ya eran intensas. Sobre el trabajo con los pingüinos, esto dijo la actriz.
“Todo el crew y los actores debíamos guardar silencio cuando el pingüino llegaba (al set). Se hacía una atmósfera tan hermosa… una mística. Los entrenadores, y nosotros, éramos los únicos que podíamos hablar fuerte. Había un protocolo para tocarlos, sobre dónde podían pisar, y debíamos protegerlos. Nos permitió tener un respeto por la naturaleza. Es una película preciosa por donde la mires”.
Fuera de cámara, Adriana Barraza también vivió una experiencia similar con otra especie animal. Esa cercanía, especialmente en su infancia, le permitió entender otra forma de vida. A la larga, eso la ayudó para entender a María. Al principio ella se muestra renuente de convivir con el pingüino, y pronto se encariña con él por todo lo que representa.
“En mi casa había periquitos, gatos, perros… mi mamá tenía un criadero de chinchillas. Un día llegaron cinco periquitos pequeños, de esos que hablan. Había uno que era un gruñón horrible, entonces mi misión era que, sin importar los picotazos, fuera mi amigo. Y sí, nos hicimos amigos. Se murió por una bronconeumonía, y sufrí tanto esa pérdida que guardé sus plumitas durante más de 20 años. Significó muchísimo porque, aun cuando me picaba algunas veces, me quería. Aprendí que, con amor y paciencia, todo es posible”.
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Desde hace varias décadas, las películas con animales se han ganado una gran cantidad de fans. Para Adriana Barraza, esto es un reflejo de la inocencia, incondicionalidad, y la fascinación que sentimos por la naturaleza. Considera que, a pesar de los maltratos que recibe del ser humano, este siempre quiere saber más de ella y de todo lo que sucede cuando no hay humanos.
Mi amigo el pingüino llegará a las salas de Cinépolis este 3 de octubre. ¿Listos para atestiguar una de las películas más conmovedoras del año?
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