Un fenómeno que ha marcado décadas.
En el cine, y en general en la cultura popular, las monjas han estado presentes una gran parte del tiempo, pues han sido protagonistas de filmes de horror y hasta musicales. Pero ¿alguna vez te has preguntado por qué tomamos a estas figuras religiosas para ponerlas en escenarios ficticios?
A continuación, hablamos de dos factores que pueden responder esa pregunta.
Obsesión con lo subversivo y lo transgresor
El público en general casi siempre ha relacionado a las monjas con temas de santidad o servicio, pero si hay un ámbito en el que este precepto ha sido sin duda desafiado, ese es, sin duda, el cinematográfico. Aquí, las hermanas de la iglesia católica han desafiado las normas una gran cantidad de veces.
Los ejemplos van desde personajes que usan la música para romper paradigmas sociales, como en La novicia rebelde (1965) o las películas de Cambio de hábito (1992, 1993), hasta propuestas de horror como la próxima Inmaculada (2024) o La primera profecía (de este mismo año), en el que poner a figuras santificadas en un contexto oscuro también puede servir como pretexto para abordar temas como los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Esto al tiempo que se hacen críticas incisivas a la naturaleza represiva de las instituciones religiosas.
El especto es muy, muy amplio, pero los símbolos que asumimos pacíficos e inofensivos se pueden adaptar casi a cualquier entorno, género: para prueba, las graciosas cuidadoras –monjas, después de todo– del templo al que se exilia Luke Skywalker en Star Wars: Los últimos Jedi (2017). Verlas en un universo sci-fi llamó la atención de muchos.
Y los ejemplos pueden seguir y seguir. En resumen, resulta sumamente atractivo cuando algo sale de la norma, cosa que en la cultura popular ha sucedido mucho con las monjas. Además, otra razón por la que esto inquieta a gran parte del público es porque calma la curiosidad que genera estar ante algo que comúnmente se maneja con misterio.
Aportaciones a la moda
Durante mucho tiempo, la vestimenta portada por las monjas ha sido una gran fuente de inspiración para varios diseñadores. Y es que hay que aceptarlo: tienen estilo. Los hábitos que llevan se prestan para adaptarse de forma que puedan encajar en distintos entornos. Tal es la carga estética de esta indumentaria en blanco y negro –con sus excepciones monocromáticas– que ha sido adoptada para numerosos proyectos de pasarela. Por ejemplo, en prendas de marcas prestigiosas como Dior.
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