Ideas y emociones viven detrás de la imagen, pero, ¿cómo se construyen? Lee sobre Nohemí González, diseñadora de producción mexicana en el primer texto de “Urdimbre”, la columna de Saraí Campech.
Nohemí González es diseñadora de producción. Uno de sus más recientes trabajos fue Tótem (Lila Avilés, 2023), precandidata mexicana a Mejor Película Internacional en los Oscar 2024. Conoce la maravilla de trabajo realizar esta película.
Una tejedora de emociones
En el cine, la imagen por sí sola puede representar un diálogo cargado de símbolos. Es tan poderoso que un paneo de cámara por una habitación en penumbras, con ecos de distintas vidas y, al fondo, una explosión de color en un cuadro, nos revela mucho de cómo una vida se apaga. Y cómo busca dejar una impronta para no ser recordado sólo como una sombra entre tonos grises. Es más, ese cuadro resulta una invitación a inhalar hasta la última bocanada de aire sin desdibujarse del todo…
Eso sucede en Tótem, la multipremiada cinta de Lila Avilés que, con escenas como la descrita anteriormente, ahonda en la intimidad de una historia que comenzó en la cabeza de la guionista y directora. Se tallereó y fue tomando forma. Hasta pasar de lo intangible a una serie de bocetos, acuarelas y notas de Nohemí González, directora de diseño de producción. Ella, junto al equipo de Lila, dejó un cachito de su alma en la historia de Sol, la niña que se enfrenta a la enfermedad terminal de su padre, el dolor de la familia y el abrazo colectivo.
Un proceso que nada tiene de mecánico. Sino que, en cada historia, detona diversas emociones y representa un ejercicio de interpretación del lenguaje fílmico. En el caso de Nohemí, su proceso es como un caleidoscopio. Con cada giro, muestra una personalidad distinta. Eso sí, con un sello único de minuciosidad para colocar elementos que sumen al tono de cada cuadro. Elementos que acentúan la tensión, o bien, dan un toque sutil a la atmósfera.
Nohemí González en el cine
Con una trayectoria que incluye títulos como Luz Silenciosa, de Carlos Reygadas; Zapatos rojos, de Carlos Eichelmann Kaiser; Amores modernos, de Matías Meyer o Los lobos, de Samuel Kishi, en la que Nohemí se encargó del vestuario. Nuestra diseñadora dota de un equilibrio a la narrativa al estar alerta a los elementos externos. Muchas veces ,en la mesa de trabajo la idea se esboza de cierta manera en un story board, y entre juntas de trabajo, todo se ajusta y sincroniza. A la hora de filmar pasan muchas cosas. Cae una lluvia inesperada en el set, se viven cambios de estado de ánimo entre el elenco o simplemente no logran el color de la pared que habían imaginado. Todo eso representa cambio de planes. Que hay que afrontar y adaptar lo que hay con esa realidad que se presenta antes del grito de “acción”.
Visiones que se alimentan de mirar la vida con varias lentillas. Lo mismo puede ser una luminaria cubierta por un atardecer, una bodega vacía, cabezas con pelucas en una cornisa o una exposición de arte contemporáneo. Incluso el cartel de un negocio llamado “Hielo Don Pinwino”. Todos esos lugares e imágenes son parte del bagaje que Nohemí González guarda. Y de los cuales echa mano a la hora de diseñar el entorno de alguna producción.
Un acompañamiento que se cubre de un manto de familia. Incluso en esos núcleos disfuncionales y algo tóxicos. Como el presentado en Rabia, de Jorge Michel Grau, con Juan Manuel Bernal en el papel de un padre inmerso en una lucha interna que permea todo lo que lo rodea gracias al trabajo del equipo creativo. La idea del director y los recuerdos propios del protagonista.
Otro de los ejercicios de Nohemí que me cautivan por el cuidado en los detalles, es la road movie La jaula de oro, de Diego Quemada-Díez. La historia de unos adolescentes que huyen de la violencia de sus países y regiones con la idea de poder vivir con los ojos abiertos el sueño americano. Producción en la que Nohemí se encargo del vestuario de personajes que maduran de golpe con cada kilometro recorrido. Un viaje donde deben ser invisibles por sobrevivencia.
Más allá de la imágen
Consciente de que de proyectos a proyectos, Nohemí González es un ser creativo por naturaleza. Sus manos no pueden estar quietas y, si no están esbozando el diseño de producción de un nuevo proyecto, seguramente estará dibujando con su hija, haciendo galletas o bailando al centro de la fiesta. Con esa pandilla que, a lo largo de la vida, le ha brindado las experiencias necesarias para seguir construyendo escenarios, sensaciones y momentos que abonan a la experiencia de sentarse a vivir a través del cine.
Cierro esta entrega con la reflexión de la importancia de cada elemento que conforma una película. Regularmente, ponemos el ojo en quién dirigió o en los protagonistas, pero el cine es comunidad.
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Bienvenidos a #Urdimbre, espacio en el que les invito a mirar entre costuras los procesos que acompañan esas historias contadas en pantalla. Vamos a asomarnos a los procesos que complementan la visión de una película. Esa transición entre lo intangible y eso que se puede palpar en cada escena…
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