50 años después, el terror de El exorcista transciende con Creyentes.
Cuando se estrenó El Exorcista, en diciembre de 1973, la gente vomitaba, se desmayaba en sus butacas, y por el pánico, hasta se salía corriendo del cine. Ese fue el efecto de la película de terror más influyente de todos los tiempos. El legado continúa ahora con El exorcista: Creyentes.
Era 1973, ya había películas de terror como Psicosis y La semilla del diablo, que sí habían sacado varios sustos. Pero ahora imagínense que ven en la cartelera la palabra “Exorcista”. En esa época, nadie tenía idea de qué rayos significaba eso, y en el póster tampoco había mucha información.
Y de repente, el público a media función ve a una niña con un demonio adentro, que vomita verde, se avienta unas groserías con voz aguardientosa, se encaja una cruz, flota en la cama y la cabeza le da vueltas como búho…
El impacto de El exorcista fue más allá de traumar a la gente. Fue un fenómeno cultural que estremeció a la sociedad de muchas maneras. Revivió el olvidado tema de las posesiones demoniacas; inyectó el interés popular por el terror paranormal; y trajo a la mesa el debate y la controversia sobre asuntos religiosos fuera de la ficción.
Además, el terror asociado con la película no se limitó a la pantalla grande, y entre la gente se generó la leyenda urbana de ‘La maldición’ de El exorcista, debido a varios accidentes y sucesos inexplicables ocurridos durante y después de la filmación. Se les quemó el set, se lesionaron las actrices durante sus escenas, y hasta uno de los extras perdió la vida.
El tema del piano, conocido por los expertos como Campanas tubulares no sólo fue de las primeras melodías del cine de terror en volverse casi tan famosa como la película, sino que en la actualidad la asociamos con miedo, suspenso y hasta halloween, aunque ni siquiera hayamos visto la cinta.
El exorcista pavimentó un nuevo camino para el cine. Fue la primera cinta de terror en ser nominada al Óscar a Mejor película, gracias a su originalidad en su narrativa, cinematografía y el ingenioso uso de efectos prácticos.
Debido a su éxito arrollador en la taquilla, varios estudios se animaron a realizar clásicos como La profecía o Terror en Amityville.
Si bien películas que nos encantan, como Actividad paranormal y La noche del demonio, serían muy diferentes sin El exorcista, definitivamente otras como El rito –why de rito–, El exorcismo de Emily Rose o El exorcista del Papa, no existirían. Por esto y más, El exorcista es el máximo exponente del terror en la cultura pop.
50 años después, llega El exorcista: Creyentes, que es el inicio de una nueva trilogía, que expandirá la leyenda de la primera película.
¿De qué va? Dos niñas se pierden en el bosque y, cuando las encuentran, ya están como que un poquito raras… como poseídas por demonios malignos, así, casual. Entonces los papás buscan ayuda desesperados, y cuando la ciencia fracasa, recurren a alguien a quien le haya pasado lo mismo: Chris MacNeil, la mamá de Regan.
El director de El exorcista: Creyentes es David Gordon Green, quien nos entregó la nueva trilogía de Halloween. La producción es de Blumhouse, estudio líder en terror, y que está detrás de joyas como La noche de la expiación, ¡Huye! y El teléfono negro.
En el elenco tenemos a las increíbles y jóvenes actrices Lidya Jewett y Olivia Macrum, quienes entregan una interpretación espectacular, además de llevar al extremo su talento para vomitar verde y rotar 360° su cabeza.
Para la nostalgia, tenemos el regreso de Ellen Burstyn como Chris MacNeil, Pero, ¿volverá la legendaria Linda Blair como Regan? Eso, lo descubriremos en la pantalla grande.
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