Con su tercer largometraje, el estadounidense Robert Eggers se perfila para encabezar una nueva generación de súper producciones épicas que combinan el cine de autor sin dejar a un lado el espectáculo en la gran pantalla.
La venganza coloca al protagonista en una situación que es muy fácil para que el público pueda identificarse, el preguntarse ‘¿qué haría yo?’, pero también es un arma de doble filo a la hora de mostrar las intenciones del héroe y que éstas terminen siendo un mero pretexto para acciones innecesarias, o en el peor de los casos que no empaticemos con su misión.
El cine de Robert Eggers ha demostrado que sus personajes tienen una cita con el destino sea o no adrede. Desde La bruja con Thomasin (Anya Taylor-Joy) a quien constantemente todos a su alrededor la señalaban como una bruja -siendo que era todo menos eso-, o Ephraim (Robert Pattinson) quien debía aguantar las constantes críticas y reproches de su compañero (Willem Dafoe), advirtiéndole sobre la maldición que podía caer si desobedecía ciertas reglas de los marinos.
El caso de El Hombre del Norte aunque diferente, versa sobre el destino. En este caso nuestro héroe, Amleth (Alexander Skarsgård), desde que comienza la película se promete a sí mismo que su destino está en vengar a su padre, salvar a su madre y matar a su tío. Eggers junto al poeta islandés Sjón -quien hace unos meses estrenó otro guion de su autoría: Cordero, basan parte de su libreto en la leyenda de Amleth escrita por Saxxo Grammaticus en el Siglo XIII. En ella, Amleth observa el asesinato de su padre a manos de su tío Fjölnir y a partir de ahí debe actuar con mesura pero firmeza si quiere poder llevar a cabo su venganza.
Naturalmente muchos verán similitud en una historia de drama familiar sobre muerte y traición, ya sea desde un recuerdo más fresco con El rey león, o la historia sobre la que está basada la película de Disney: Hamlet de William Shakespeare. Pero lo cierto es que el legendario dramaturgo inglés tomó como base de su historia parte de la leyenda escandinava escrita por Grammaticus.
A pesar de que es una historia conocida gracias a Hamlet, o que remite a otras historias de venganza (desde El conde de Monte Cristo hasta John Wick), Eggers y Sjón logran una película dinámica, que nunca pierde el ritmo y en donde su primer acto goza de una energía animal, como si se tratase del propio Amleth. No sólo tenemos como referente de esta historia la ya mencionada versión de Disney o las diversas adaptaciones de Hamlet al cine -la versión de Kenneth Branagh es de las más recientes-, sino que en 1994 se adaptó lo escrito por Saxxo Grammaticus en la película El príncipe de Jutland, protagonizada por un cast muy llamativo que iba desde Brian Cox pasando por el debut en cine de Andy Serkis, hasta Kate Beckinsale, Helen Mirren, Tom Wilkinson, Gabriel Byrne y Christian Bale como el joven Amleth.
Pero, ¿cómo es que una película con ese reparto y esa historia parece estar enterrada en el colectivo de la gente? La respuesta también está en la gran adaptación de El Hombre del Norte. La historia de El príncipe de Jutland es mucho más fiel a Grammaticus pero no goza de la fuerza, ritmo y dinámica que la realizada por Eggers y Sjón, demostrando que por más que tenga un reparto de ese tamaño, la dirección es gran parte del éxito de El Hombre del Norte.
Durante una charla con Ari Aster (Midsommar), el otro hijo pródigo del cine norteamericano de género junto con Jordan Peele (¡Huye!), Robert Eggers señaló que por más que ame y dedique su vida a consumir y hacer cine, tiene una pasión aún más grande: la historia, en cualquiera de sus formatos, háblese de libros, arte o exposiciones. Un momento clave en su vida vino cuando sus papás -su madre biológica y su padre adoptivo, Eggers nunca conoció al biológico- le presentaron a un amigo de la familia, el pintor Hyman Bloom, quien le entregó dos libros de Albrecht Dürer y Martin Schongauer del Siglo XV. “Ahí es donde dejé a un lado mi gusto por los cómics y me enfoqué en este nuevo mundo”. En esa misma plática, Ari Aster también señaló el cuarto especial que tiene Eggers en casa con libros de historia y muchos primeras ediciones prácticamente inconseguibles.
Sin embargo, El Hombre del Norte logra una combinación pocas veces vista en el cine estadounidense: la voz del artista hace eco y retumba en el entretenimiento. Al más puro estilo del Gladiador de Ridley Scott o del Spartacus de Kubrick, Eggers parece no estar peleado entre su sello característico y su pasión por la historia, donde vemos rituales vikingos en los que la actuación, el movimiento de cámara y la fotografía nos ofrecen la información necesaria para saber lo que está ocurriendo en pantalla. Eggers confía y respeta a su audiencia.
La pasión por la historia y el detalle se ve además reflejada en la película, incluso a niveles que sólo historiadores de la cultura vikinga llegarán a ubicar -a final de cuentas el niño fan de los cómics de Marvel terminó entregándoles easter eggs a historiadores-. Al inicio el rey Aurvandill (Ethan Hawke) le regala a su esposa Gudrún (Nicole Kidman) una pieza para su cabello. Eggers señaló que esa pieza tiene motivos de origen finlandés porque “es algo que Aurvandill habría tomado de sus viajes y conquistas por el mundo”. Y en esa misma escena inicial, Aurvandill está sentado con la espada sobre sus piernas, la misma pose que tenía la pieza de un rey de ajedrez de un set noruego que se encontró en la playa de las Islas Hébridas Occidentales (Escocia) en 1831.
Asimismo en varias entrevistas, Eggers ha señalado que su gusto por las artes e historia, junto a un cine más de autor como lo sería Ingmar Bergman, Andrei Tarkovksi o F.W. Murnau, lo ponen dentro de la categoría de los snobs y pretenciosos, algo que incluso le causa gracia y se ríe de sí mismo, está consciente que su versión adolescente/estudiante era muy extrema. Pero eso es lo que ha hecho que el cine de Robert Eggers sea también accesible al público.
Si bien no está todavía en las ligas de un Christopher Nolan, Ridley Scott o Denis Villeneuve para que un estudio le deje el camino libre para desarrollar su visión sin que haya injerencia de los altos mandos -Eggers ha sido muy vocal sobre lo tenso que la pasó durante la postproducción de la película a la hora de mostrarle los primeros cortes de la misma a los ejecutivos de Universal Pictures-. Pero lo cierto es que El Hombre del Norte demuestra su capacidad de desarrollar tramas difíciles para las grandes masas como lo serían el paganismo de la Nueva Inglaterra con La bruja, la masculinidad tóxica de dos hombres vigilantes de un faro con El faro o una densa historia de venganza vikinga con la espectacularidad de un cine épico de los 60 pero las múltiples lecturas que sólo un cine de autor puede lograr.
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