Un hombre roto luchó por conseguir sus sueños, y terminó por endulzar el mundo.
La lucha por cumplir los sueños es un tema común en el cine. Existen infinidad de historias donde los personajes deben sortear todo tipo de obstáculos para conseguir esa meta deseada, pero son pocas las que verdaderamente se quedan con el espectador una vez que termina la función. Afortunadamente, Azúcar y estrellas, primera película del director Sébastien Tulard, tiene todos los ingredientes para formar parte de ese selecto grupo. Y vaya que los sabe usar a su favor.
Ésta cinta narra la historia de Yazid, quien desde pequeño tenía una sola pasión: la repostería. Fue criado entre una familia adoptiva y otras de acogida, por lo que dedicarse a ello no resultaba viable. Fueron su ingenio y determinación los que le aseguraron el éxito a través de un mundo que puede resultar elitista, y también los que lo convirtieron en uno de los reposteros más galardonados de todo el mundo.
Azúcar y estrellas se basa en la vida de Yazid Ichemrahen, un hombre que con fuerza, determinación y sazón cambió el destino que muchos le auguraban. Sus desventuras se prestan maravillosamente para narrar un clásico e inspirador relato sobre pelear por conseguir nuestras metas. El guion, que cuenta con numerosos flashbacks, retrata a un personaje con el que todos nos podemos identificar. No importa la profesión que ejerzas o persigas, en algún momento te identificarás con Yazid, y ese es uno de los puntos más notables a lo largo de la película.
La elección del influencer Riadh Belaïche como protagonista es algo que podría desconcertar a muchos, especialmente por el arco que atraviesa Yazid. Sin embargo, se nota la preparación que tuvo tanto en el ámbito gastronómico como en el actoral. Su desenvolvimiento a la hora de preparar platillos y defender sus sueños demuestran que se trató de la elección correcta. No hay un solo ápice de lástima o manipulación en su actuación, y eso lo lleva a convertirse en un protagonista complejo.
Como se mencionó, la cinta hace uso de flashbacks para no contar la historia de Yazid en una forma líneal. Pero estos funcionan correctamente y dotan de fluidez al relato. Dejan ver cómo las huellas del pasado hacen que el protagonista deje el alma en cada plato que prepara. Si bien, Azúcar y estrellas puede parecer una biopic convencional, es la lucha de Yazid, y la forma en que enfrenta sus obstáculos y fracasos, lo que la hacen merecedora de verse en la pantalla grande.
Antes de centrar su carrera en la dirección cinematográfica, Sébastien Tulard trabajó como guionista, editor de efectos visuales y director de arte en importantes producciones. Todo ello se nota y mezcla para brindar al público una película que no sólo resulta inspiradora, sino también llamativa por su aspecto visual.
Tulard logra retratar con buen gusto la soledad y carencias de Yazid en su etapa infantil. Pero también el fino y complejo arte de la repostería. Los movimientos de cámara, la iluminación y el montaje hacen que cada escena donde Yazid prepara un postre sea una delicia a los ojos del espectador. De nueva cuenta, algo que gana puntos al disfrutarse en el cine.
Puede que algunos personajes pierdan fuerza de cara al final de la cinta, pero el viaje de Yazid entre la soledad y los fogones supera con creces las expectativas. Azúcar y estrellas no sólo narra la vida de un personaje en específico. Hace que la audiencia se sienta parte del relato gracias a una notable identificación. Más notable aún es que las hazañas de Yazid no sólo provocan hambre para deleitar sus postres. Provocan hambre por salir al mundo y devorar nuestros sueños.
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