¡Conoce cómo se filmó y los secretos detrás de la esperada película mexicana!
“Esta es mi película sobre el fin del mundo. Esta es mi historia sobre tratar de salvar una familia”. Con esas palabras, el director Isaac Ezban anunciaba el primer póster de su nueva película, Párvulos: Hijos del apocalipsis. Luego de elogiados títulos como El incidente y Mal de ojo, el cineasta de origen mexicano se aventuró en contar las desventuras de una familia en medio de un virus que había acabado con todo.
Pero Párvulos: Hijos del apocalipsis no es una película común sobre el fin del mundo. En vez de regodearse con grandes efectos visuales, destrucción y una gran escala, Ezban apela a lo íntimo. Se nutre de aquellos miedos que yacen en nuestra mente cuando estamos en peligro o, peor aún, cuando alguien a quien amamos lo está. Para protagonizar esta película, el cineasta recurrió a tres hermanos con personalidades muy diferentes.
Salvador (Farid Escalante), está por hacerse mayor de edad, y aun sin entender cómo funciona la vida debe hacerse cargo de Oliver (Leonardo Cervantes) y Benjamín (Mateo Ortega), sus hermanos. Oliver es un equilibrio entre ambos no sólo en edad, sino también en actitud. Por el contrario, el más pequeño es un problema por su inocencia y curiosidad. Tienen que controlarlo para no dar un paso en falso y no encontrarse con los “monstruos” que sus hermanos mayores ocultan en el sótano de la casa donde viven.
Explicar esta peculiar visión del fin del mundo no fue una tarea fácil para Ezban. Durante meses hubo una búsqueda para encontrar a los protagonistas ideales de su película.
“He trabajado con niños en mis anteriores películas, pero en esta película no son sólo eso”, dijo el director en exclusiva a Paloma & Nacho. “Hay niños con armas, en peligro, ahorcando a alguien, siendo ahorcados. No cualquier niño puede darte eso. Tuvimos la fortuna de encontrar tres grandes niños en el casting. A Farid (Salvador) tardamos más en encontrarlo porque en primera instancia quería un niño más chico, pero fue un proceso de ocho meses. Vimos más de 100 niños”.
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Isaac Ezban señala que, a diferencia de los actores adultos, quienes usualmente tienen un mayor contexto sobre sus personajes, los niños son más inmediatos en su actuación. En el set de filmación estos se sentían “como en un campamento de verano”. Entre peleas, entrenamiento con los stunts y un gran trabajo en la producción, era importante que tanto los actores como sus padres coincidieran en algo: estaban muy bien cuidados.
“Contamos con Ana Carrillo como coach infantil. Es actriz y se toma muy en serio su labor; está todo el día con ellos, se fija si ya comieron, descansaron, y me ayuda a llevarlos a las emociones, pero también a sacarlos de ellas. Me decía: ‘Dame un minuto’, y entonces se sentaba con ellos, les explicaba lo que pasaba (en escena), y eso hacía que los niños se alteraran lo suficiente”.
La complejidad de la cinta y el estado del mundo en donde se desarrolla Párvulos: Hijos del apocalipsis también involucró otro tipo de retos para Isaac Ezban. En la cinta hay muertes, violencia, animales no precisamente en las mejores condiciones, e infectados que, a pesar de su estado, quieren satisfacer algunas necesidades. El guion requería que los niños formaran parte de escenas fuertes, pero se tuvo mucho cuidado para proteger su integridad.
“Hubo una escena donde definitivamente no pudimos tenerlo. Ellos sabían lo que pasaría, pero grabamos a los niños viendo impresionados. En los otros momentos sí estuvieron siempre ahí. Ellos ven algo, y de inmediato movemos las cosas. El cine es como un acto de magia, así es como se hace todo”.
Si bien, la película parte del horror y lo desconocido como base, también se puede catalogar como un coming of age. Una constante en el largometraje es el cambio, y tanto Salvador como sus hermanos deben madurar ante un mundo que se los exige si quieren vivir. Ante la ausencia de sus padres – uno de los puntos más importantes en la trama – los tres deben asumir las riendas de su vida. Así surge una dinámica familiar marcada por el rigor, el miedo y, ante todo, el amor que se tienen. Ahondar en un coming of age de terror no fue algo fortuito, pues Ezban ya quería explorar algo así.
“Quería hacer una película sobre niños que comienzan siendo niños, y después los convertimos en hombres. Hay situaciones complejas incluso para los adultos. Me inspiraron películas como Buenas noches, mamá, e incluso El laberinto del fauno. Dentro de esa evolución que atraviesan hay una historia de terror, y llevamos ambas de la mano. El terror se trata de descubrir otro mundo, y el coming of age es descubrir tu mundo. Mi intención era hacer una historia tierna, llena de corazón, incluso bonita, y que al mismo tiempo fuera brutal, desgarradora. Parece contradictorio, pero va de la mano”.
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Quienes conozcan el cine de Isaac Ezban reconocerán en su nueva película un elemento distintivo: la familia. Desde su proyecto de titulación, Cosas feas, hasta su anterior película, Mal de ojo, dicho tema ha sido abordado desde varias aristas. Ahora llega el turno de mezclarlo con algo que el realizador sabe muy bien cómo hacer: generar inquietud. Mucho se dice que Ezban es un director especializado en terror, pero en realidad, Párvulos: Hijos del apocalipsis es apenas su segundo largometraje que coquetea con dicho género. Incluso él la describe como “una película sobre los miedos”.
El amor entre hermanos, y lo que uno de ellos haría por el otro (o los otros, en este caso) es algo que también caracteriza sus películas. Curiosamente, este apocalipsis zombie va dedicado a los propios hermanos del director, cuya relación inspiró la de Salvador, Oliver y Benjamín. Según sus palabras, hay mucho de su infancia en la química fraternal de los personajes.
“De todas las historias de hermanos que he hecho, esta es con la que más puedo conectar. De niño, era muy poco físico. No podía hacer deporte y era más artístico, intelectual. En la primera versión de Párvulos, Salvador estaba en silla de ruedas, quería exagerar mi infancia y mostrar que sus hermanos hacían todo lo demás”.
Ante el estreno de la película, hay dos elementos que seguramente llamarán la atención de los espectadores. Párvulos: Hijos del apocalipsis termina con una secuencia de créditos finales muy especial. Estos se construyeron a base de dibujos similares a los que Benjamín, el hermano más pequeño, hace en el largometraje. Los encargados de props hicieron varias ilustraciones para mostrar la mentalidad del personaje, pero simplemente no había tiempo para presentarlos todos de forma orgánica.
Entonces surgió la idea – que Isaac Ezban pensó durante toda una noche – de presentar a los actores y realizadores por medio de dibujos similares a los que haría un niño. La intención es generar un contraste entre la cinta, llena de gore y vísceras, y la mentalidad de estos hermanos inocentes. “Soy un director que piensa mucho en los créditos. No por ego, sino porque te dan atmosfera y dejan con un sabor de boca”, afirma.
El segundo elemento por considerar es la clasificación de la película. Por primera vez en la historia, una producción mexicana se estrenará en dos “versiones”. Para quienes busquen disfrutar con adolescentes de los elementos coming of age, habrá una versión B15 con escenas de violencia y sangre más mesuradas. Pero si quieren deleitarse con la brutalidad y la sangre derramada en este fin del mundo, también contarán con el corte en clasificación C, completamente sin censura.
“Esto fue algo que se decidió semanas antes del estreno. La verdad, sentimos que la película tiene cuestiones de terror y otros matices, otras profundidades. Queremos que sea vista por adolescentes y adultos, familias… pero al mismo tiempo están los fanáticos del terror y el gore. Si nos quedábamos sólo con la clasificación C, se limita en cuestión de horarios, campaña y acceso a la gente, por eso elegimos las dos versiones. Hay dos escenas con una edición diferente, pero no es nada radical, la película se disfruta de la misma manera. Todos los cines tendrán ambas versiones, así que disfrútenla como más les guste”.
En una época donde el terror apuesta por historias cada vez más arriesgadas, Isaac Ezban no quiso quedarse atrás. Con Salvador, Oliver y Benjamín no sólo cuenta su gran historia sobre el fin del mundo. También habla del miedo que nos persigue cuando podemos salvar todo, pero no lo más importante: las personas a los que amamos. Sí, su nuevo largometraje cuenta con jumpscares y un gran trabajo a la hora de presentar las consecuencias de la infección que acabó con muchos. Sin embargo, impacta aún más por las emociones que mueve, y aquello que evoca al imaginarnos en una situación similar: una donde el cambio puede ser, literalmente, el fin de nuestro mundo.
Párvulos: Hijos del apocalipsis ya se encuentra disponible en las salas de Cinépolis.
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