Desde el cine clásico hollywoodense de misterio, hasta películas inolvidables de animación, conoce las primeras apariciones más icónicas.
Dicen que la primera impresión jamás se olvida. Una premisa que aplica para las personas en la vida real, pero también para los personajes cinematográficos y sus apariciones más icónicas. Aunque muchos de los más memorables en toda la historia alcanzan este estatus en el desarrollo de la historia, más de uno ha sellado la posición desde su presentación, la cual puede quedar grabada en el recuerdo del público por generaciones.
Harry Lime (El tercer hombre, Carol Reed, 1949)
Orson Welles es toda una leyenda. Tanto, que pudo darse el lujo de ser el eje central de una película con un personaje que se cree muerto durante casi toda la historia. Cuya introducción marca el inicio del tercer acto y que no aparece por más de diez minutos. Para ser justos, si Harry Lime de El tercer hombre es fundamental en la filmografía del mítico actor se debió a su elegante aparición. Una persona cuya presunta muerte está rodeada de un aura de misterio. Hasta que sale de entre las sombras de las oscuras calles de la Viena de la posguerra para dar un giro a las acciones. Una introducción exquisita para una de las películas más representativas del cine negro. Cuya fórmula ha sido imitada hasta el cansancio, pero nunca, nunca igualada.
Jack Skellington (El extraño mundo de Jack, Henry Selick, 2006)
“Esto es Halloween, esto es Halloween…”. Imposible olvidar la exquisita secuencia inicial que marca la entrada a Halloweentown y con esta, a uno de los mayores fenómenos de todos los tiempos. Nos referimos, por supuesto, a El extraño mundo de Jack, cuya primerísima escena nos introduce con un escalofriante espantapájaros. Las cosas no siempre son lo que parecen en este oscuro mundo. La espectral figura termina convirtiéndose en el protagonista de un desfile que termina con la inmolación del personaje y su caída en una lúgubre fuente. Es entonces cuando se alza Jack Skellington. Gran ídolo de los habitantes del enigmático lugar y cuyo dominio del terror le ha valido el bien merecido título de Rey Calabaza. Un inicio memorable para uno de los personajes animados más queridos de la historia y de las primeras apariciones más icónicas.
Rita Hayworth (Gilda, Charles Vidor, 1946)
Si Rita Hayworth ascendió como uno de los mayores íconos del Hollywood clásico fue en buena medida por Gilda. Su película insignia, donde más allá de una excelsa interpretación que sigue siendo motivo de asombro y análisis, suele ser recordada por la brillante primera interpretación del personaje titular. En un mundo de apuestas y de negocios turbios, Gilda, una mujer que deambula peligrosamente cerca de la femme fatale, parece destinada a convertirse en un punto de tensión entre el gerente de un casino y su jefe. No hay que avanzar mucho para dilucidarlo. Basta con la inolvidable presentación de la fémina lanzando su cabellera hacia atrás y engalanando así un primer encuentro tanto con el empleado, como con el público, ninguno de los cuales será capaz de olvidarla.
Indiana Jones (Indiana Jones y los cazadores del arca perdida, Steven Spielberg, 1981)
Uno de los mayores héroes del cine merece una de las mejores introducciones. Steven Spielberg la concedió en Indiana Jones y los cazadores del arca perdida, que nos traslada a lo más profundo de la Amazonía peruana donde los integrantes de una expedición se muestran temerosos ante las amenazas que se ocultan en la selva. Todos menos uno, un hombre que avanza seguro entre las sombras, hasta que una traición lo hace salir a la luz. Se trata, por supuesto, de Indiana Jones. No pasa mucho para que la película aumente su intensidad con la mítica secuencia de la gigantesca roca que cae sobre quien usurpe al ídolo peruano. Lo que marca el inicio de una de las aventuras cinematográficas más fascinantes de todos los tiempos. Y claro, de una franquicia que sigue creciendo hasta la actualidad.
Ringo Kid (La diligencia, John Ford, 1939)
John Wayne debutó en cines en 1926 con un papel sin acreditar, pero su verdadera gran presentación ante las audiencias no llegó sino hasta 1939 con La diligencia. Una película que hizo historia del western y que además fue exquisitamente metanarrativa. Si la introducción de Ringo Kid es una de las más apariciones más icónicas de la historia es por su espectacularidad visual: un vaquero valiente y entusiasta, y que fuertemente armado, no vacila en defender el vehículo titular. A esto sumemos la destreza de John Ford, quien empodera al personaje desde el encuadre y el posicionamiento de la cámara. Todo esto emociona, pero si es una de las más entrañables es también porque representó la presentación simbólica de John Wayne, quien se disparó por todo lo alto luego de protagonizar esta aventura. Un pilar fundamental del western y de toda la historia del cine.
Darth Vader (Star Wars: Episodio IV – Una nueva esperanza)
Uno de los mejores villanos en toda la historia del cine merecía una entrada digna de su grandeza. George Lucas nos la concedió con Una nueva esperanza, originalmente titulada Star Wars. Que comienza con una espectacular persecución espacial que ha dejado atónitas a las audiencias desde 1977. El clímax de la misma no se da en las estrellas, sino al interior de las naves. Con la entrada de un temible personaje cuyo negro atuendo y sonora respiración intimida hasta al más valiente. Así comenzó el legado de Darth Vader y de una de las franquicias más memorables de la historia. Casi cuatro décadas después, la presentación fue brillantemente complementada por Rogue One: una historia de Star Wars (Gareth Edwards, 2016). Que mostró el preámbulo del momento que revolucionó el cine y la galaxia lejana, al tiempo que convirtió al Jedi caído en una figura aún más temible de lo que nunca imaginamos.
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