Una historia de terror infantil que ya nos promete generarnos mucha ansiedad.
No dejes a los niños solos es una nueva propuesta de terror mexicano que llegará a cines en 2025 de la mano de Emilio Portes (Belzebuth, Pastorela). Pero mientras se acerca su fecha de estreno, en enero de 2025 formará parte del Festival Internacional de Cine de Rotterdam (IFFR, por sus siglas en inglés) en su sección Harbour.
Así lo confirmó su director en entrevista para Paloma & Nacho. “Rotterdam es un festival de vanguardia. Allí llevan cosas raras de todo el mundo. Me da mucho gusto que la película empiece su recorrido en un festival que no es propiamente de terror, sino de este tipo”.
Hace un lustro, Portes ya había sorprendido en este género con Belzebuth, propuesta de terror que sumó más de medio millón de espectadores y 6 nominaciones al Ariel, llevándose dos galardones: mejores efectos especiales y mejores efectos visuales.
Producida por Pastorela Películas y distribuida por Videocine, No dejes a los niños solos es una historia de terror claustrofóbica. Su trama sigue a Ana Serradilla (Cata), una joven viuda que se ve obligada a dejar solos a sus hijos, Matías y Emiliano, por unas horas. Ellos, de 10 y 7 años, se entretienen desempacando cajas en su nuevo hogar, pues buscan su consola de videojuegos… y como es de suponerse, suceden cosas: “Esa noche, una entidad le hace creer a cada uno de los hermanos que el otro lo quiere matar”, precisa Portes.
No es la primera vez que Portes estrena una película en festival antes de llegar a salas de cine. Conozca la cabeza de Juan Pérez, su ópera prima, estuvo en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG) de 2009. Pastorela, en 2011, tuvo una función de gala en el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM). Belzebuth, su último proyecto estrenado en cines, pasó primero por el Festival de Sitges, especializado en cine de terror, en 2017.
El director revela que No dejes a los niños solos, ubicada en los años 80, está basada en anécdotas de la infancia de él y su coguionista, Alan Maldonado. “A la película la han etiquetado como ‘terror psicológico’, y siempre me he quejado de ese término. Es más una película de terror infantil, pues más que dar miedo, provoca mucha ansiedad”, precisa el cineasta, quien señala que, por su estética y dinámica (dos niños como protagonistas), podría estar más cercana a Veneno para las hadas, última entrega de la tetralogía del terror de Carlos Enrique Taboada.
“Es una película de la niñez, la hermandad, la amistad y la rivalidad que como niño tienes con con tus primos, amigos o hermanos”, añade Portes, quien concedió esta entrevista a horas de revelarse la inclusión de No dejes a los niños solos en el IFFR.
Paloma & Nacho (P&N): Para los ojos del mexicano, tu cine se ha movido en los terrenos de la comedia y terror.
Emilio Portes (EP): “¡Las puras fine arts, c*brón! La comedia que hago es muy fársica, y en cuanto al cine de terror, desde que estudiaba en el CCC [Centro de Capacitación Cinematográfica] mis cuates de generación y yo veíamos un montón de películas del género. Lo que me gusta del terror es el grado de experimentación y la propuesta visual, las atmósferas que se pueden crear. Por ejemplo, para poder filmar con niños, construimos una estructura alrededor de la casa que servía de locación, para que los niños pudieran trabajar.
P&N: ¿Qué le suma a una película de corte comercial como No dejes a los niños solos debutar en el IFFR 2025?
EP: A algunas personas les llamará la atención ver en cartelera una película de terror mexicana seleccionada para un festival internacional. Y para como están hoy las cosas en la exhibición de cine mexicano, significa tener una función más con público. Estar en el festival es, sin duda, un gran arranque. Al final, lo más importante es que la gente intercambie ideas al salir de la sala: por qué la amaron, por qué la odiaron. Eso no sucede con el streaming.
P&N: Belzebuth y No dejes solos a los niños son dos abordajes distintos al terror como género, pero también en cuanto a recursos, ambientación y presupuesto.
EP: Belzebuth era una película más grande. Era casi una road movie de 2 horas que incluía 600 efectos visuales. Había incluso un personaje generado por computadora que pasa seis minutos hablando.
Esta es, en contraste, mi película con el presupuesto más chico, apenas llega a los 90 minutos y los efectos son muy sutiles. Curiosamente, mientras que Belzebuth tenía cerca de 1,200 cortes, esta tiene 1,400, y aun así da la ilusión de que es más pausada, cuando en realidad no lo es.
P&N: Vuelves a trabajar con Ana Serradilla, después de Pastorela (2011) y con José Sefami, que ha estado en varios de tus proyectos.
EP: Cuando la empezamos a escribir tenía pensado que estuviera a Ana, por su perfil y su rango actoral. José ha salido en todas mis películas. ¿Por qué? Pues nada, es buen actor el c*brón… y buen compa, pero sobre todo buen actor.
Justo ahora me estoy dando cuenta de que esta es la película con el reparto más pequeño, pero muy potente: Ana Serradilla, Jesús Zavala, Paloma Woolrich, Armando Silva, José Sefami y los niños Ricardo Galina y Juan Pablo Velasco. Las anteriores eran verdaderos ensambles, en especial El cácaro Gumaro, que salía todo mundo.
P&N: El guion lo coescribiste junto con Alan Maldonado, para quien es su primer largometraje.
EP: A Alan lo conocí antes de la pandemia, en un taller que dimos en el Sindicato del Terror, en el cual creamos un grupo de amigos que hacemos cine de género, en el CCC. De allí salió una idea primigenia que Alan tenía de cortometraje. Lo ajustamos a largometraje y ya de ahí lo empezamos a desarrollar juntos, por dos años.
Es chistoso porque [en esta dupla de guionistas] yo en mi familia soy el hermano mayor y Alan, en la suya, el menor. Por ello nos complementamos, pues conocemos las dinámicas entre hermanos. La película habla mucho de lo animal que eres cuando eres chamaco, con tu hermano, al grado que en perspectiva dices: “¡Híjole, de milagro no nos matamos!”.
P&N: Los mexicanos consumimos mucho cine de terror, pero hay menos éxitos nacionales de este género de lo que uno pensaría. ¿A qué se debe?
Sigue existiendo un prejuicio hacia el género –que Videocine no tiene— pues mucha gente piensa que está lleno de lugares comunes, pero lo cierto es que existen estéticas interesantes y subgéneros. Allí están Huesera, de Michelle Garza Cervera, o las películas de Isaac Ezban [Mal de ojo, Párvulos]. Algunas de ellas terminaron convirtiéndose en sorpresas taquilleras, que si bien no fueron un trancazo, son un producto estable.
Por ejemplo, en el FICM que acaba de concluir, Edgar Nito presentó Un cuento de pescadores [folk-horror, ganadora de mención especial], y Rigo [Rigoberto Castañeda] tuvo una función especial de Turno nocturno [basada en la popular leyenda de La Planchada].
P&N: Para terminar, ¿cómo ves que ha tratado el paso del tiempo a tus películas?
EP: La más pirateada de todas es, sin duda, Conozcan la cabeza de Juan Pérez. Fue un desastre de taquilla, pero adquirió el estatus “de culto” porque la gente quién sabe dónde la saca y de vez en vez se vuelve a proyectar. Pastorela coincidió con la entrada de Netflix y eso le dio mucha vida en streaming. De El cácaro Gumaro es curioso: de repente, en conferencias, la gente se me acerca a que le firme la película. Y Belzebuth, más allá de que es bien recordada por sus efectos, con el tiempo ha sido descubierta por nuevos fanáticos del género.
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