Alejandro Rangel reflexiona en la presencia de música en Licorice Pizza, de Paul Thomas Anderson que brinda la nostalgia del primer amor.
Así sucede. A veces así nos damos cuenta: cómo algo lleva a una cosa, y esa, lleva a otra. De repente, uno puede, de la nada, tener clavada una rola toda la mañana, como me ocurrió con Let me roll it!, de Paul McCartney. Y, de pronto, preguntarse, ¿de dónde viene?: Lo vi, lo escuché, o lo soñé…
Era obvio de dónde venía. Hace poco sir McCartney tocó esa canción en el Foro Sol y el tarareo venía de un viaje emocional impulsado desde lo profundo. Se invita al viaje, porque si cierras los ojos, puedes relacionarla también con una escena de Licorice Pizza (2021). Que queda perfecto para describir esa conexión que se siente con el alma. Una rola que se siente como tu primer amor.
En esa película de Paul Thomas Anderson, los personajes se gustan y se seducen todo el tiempo. Lo hacen con todo, incluso con celos, que siempre están al alcance de la mano.
Gary Valentine (Cooper Hoffman), a sus 15 años, aspira a ser actor. En la trama, conoce a Alana (Alana Haim), una joven que se siente pequeña a sus 25 años, sin saber qué hacer con su vida. Ambos se la pasan corriendo por todo el pueblo, corriendo uno hacia el otro. Hasta que ambos llegan al encuentro con Paul McCartney.
La historia de amor en Licorice Pizza
En la escena vemos a Gary y Alana viéndose con manos temblorosas, mientras McCartney les comparte pasión en un tono ligeramente ronco y con un ritmo enérgico. Igual al impulso que lleva al muchacho a tocar el pecho de Alana, mientras se escucha: “You gave me something. I understand. You gave me loving in the palm of my hand (me diste cariño en la palma de mi mano)”.
Las emociones son fuertes y contundentes, igual al rock, blues y pop que se escucha en esa canción del álbum Band on the Run, de 1974, con una guitarra potente y una voz apasionada, que sonaba muy parecida a las primeras canciones de John Lennon y su Plastic Ono Band.
Licorice Pizza está ambientada en el Valle de San Fernando (California) en la década de 1970. Una época en la que McCartney era una figura icónica en la cultura pop.
De esta manera, la interacción entre nuestros protagonistas y McCartney en la película es memorable. La canción sirve tanto para brindar autenticidad y nostalgia de la época, así como para encapsular esa conexión de deseo y vértigo del que está hecho el amor.
Sírvase de esta película, o de cualquier otra, que nos brinde el pretexto para compartir aquí toda la música que descubrimos en la pantalla grande. Que disfrutamos en ensueños: Let Me Roll It!
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