El director de Taxi Teherán y Tres rostros ejerció presión a las autoridades iraníes con una estricta huelga de hambre.
Hace apenas unos días revelamos que el director Jafar Panahi (Taxi Teherán) había comenzado una huelga de hambre como último recurso para exigir a las autoridades iraníes su liberación tras un polémico encarcelamiento padecido el pasado verano. El cineasta aseguró que “rechazo comer o beber cualquier alimento y medicamento hasta que sea liberado. Permaneceré en en este estado hasta que quizás mi cuerpo sin vida sea liberado de prisión”.
Los pronósticos no parecían ser los más optimistas ante el más reciente accionar del régimen, pero al final la presión ha rendido sus frutos. El cineasta está en libertad y en buen estado de salud.
La liberación puede ser atribuida a la presión del creativo desde el interior de la prisión. También al impacto mediático de la noticia, cubierta por los principales medios del mundo y difundida además desde numerosos festivales. Finalmente, pero no menos importante, a la labor de los abogados Saleh Nikbakth y Yusef Moulai.
El primero de ellos aprovechó para declarar que:
“Aunque me alegro de la liberación del señor Panahi, hay que decir que su puesta en libertad debería haber tenido lugar hace tres meses, tras la aceptación de nuestra objeción a la anterior decisión judicial”.
Sus palabras han resonado con fuerza como un llamado de atención a las injusticias que sufren no sólo los artistas, sino todos aquéllos que pretenden alzar la voz contra las autoridades del país.
El arresto de Jafar Panahi sucedió cuando el cineasta acudió a la prisión de Evin para preguntar por sus compañeros realizadores Mohammad Rasoulof y Mostafa Al-Ahmad, quienes habían sido encarcelados por protestar sobre el derrumbe de un edificio que mató a más de 40 personas. Sus preguntas reactivaron una sentencia de seis años que el director recibió originalmente en 2010 junto con una prohibición de viajar y filmar durante veinte años.
La injusticia sonó con más fuerza gracias al paso de su más reciente película, No Bears, por algunos de los certámenes cinematográficos más importantes del mundo. Uno de ellos fue Venecia, en cuya conferencia de prensa se dejó un asiento vacío a la espera del director.
Aunque la historia de Jafar Panahi tuvo un desenlace exitoso, todavía quedan muchas voces silenciadas. Estamos seguros que el realizador en cuestión, como muchos otros alrededor del mundo, seguirán aprovechando sus talentos en busca de justicia.
