Licorice Pizza (Dir. Paul Thomas Anderson, 2021)
Gary Valentine (Cooper Hoffman) es un adolescente simpático y emprendedor, tanto en el entretenimiento como en el amor. Y es que Gary conoce a una chica diez años mayor que él, Alana (Alana Haim). Entre ambos se establecerá una relación que oscilará entre el romance y la amistad.
Muchas de las cintas del director Paul Thomas Anderson se enfocan en el aspecto agridulce de las relaciones y ése es, justo, el caso de esta película. La trama está situada en la California de inicio de los años 70, que es la época favorita de este director. El filme se destaca por los diálogos muy bien escritos, barnizados de un humor pintoresco.
Hay, por un lado, un reparto muy joven y muy carismático, y por otro, momentos simpáticos por parte de actores veteranos. Dentro de los segundos, Sean Penn hace un gran cameo, y Bradley Cooper se ríe de sí mismo. Pero los que se llevan la película son Cooper Hoffman, encantador como Gary Valentine y Alana Haim: directa, insolente e inmadura.
Esta cinta es fresca y divertida; es empática porque todos nos podemos identificar con lo increíble e inseguros que nos sentimos con el primer amor.
Día de pinta (Dir. John Hughes, 1986)
Ferris Bueller (Matthew Broderick) es un adolescente adorado por sus papás, amigos, y maestros que decide irse de pinta con su novia y su mejor amigo. Para ello tiene un plan perfecto que incluye reportarse enfermo, el cual engañará a todos, menos a sus dos archienemigos, el director de la escuela y su hermana mayor. Ellos harán hasta lo imposible por ponerlo en evidencia.
Ferris Bueller’s Day Off es dirigida por aquel experto en retratar adolescentes, John Hughes. Lo que es interesante de la cinta es lo bien que ha envejecido. Por una parte, es una muy buena comedia, divertida, ligera con una muy buena actuación de Matthew Broderick como el adolescente inteligente y astuto, que puede ser encantador y a la vez, un maestro del engaño.
Pero también es muy buena porque aunque hay situaciones ficticias, retrata emociones auténticas y momentos con los que todos nos podemos identificar: el reto a la autoridad, la frustración de no sentirse escuchado y la importancia de los amigos.
Sing Street (Dir. John Carney, 2016)
Esta película nos cuenta la historia de un par de hermanos que viven en la Irlanda de los años 80. Estos jóvenes se sienten llenos de inseguridades por lo que atraviesa su país y lo que viven en su casa: sus papás están a punto de divorciarse.
El más joven, Conor (Ferdia Walsh-Peelo), encuentra una manera para escapar de sus problemas. Resulta que le gusta una niña más grande que él. Ella le ha dicho que es modelo y para impresionarla inventa que tiene una banda de rock. Ahora va a tener que juntar a la dichosa banda.
Esta cinta retrata perfectamente la gran influencia que tuvo la música en la moda en los años ochenta, cuando los grupos musicales eran verdaderos influencers y todo giraba en torno a ellos. También la situación que vivía Irlanda con el desempleo de la crisis de esos años, pero sobre todo, por los personajes tan entrañables de la historia.
Vemos el personaje de Conor y lo comprendemos perfecto: la inseguridad de crecer, la emoción del primer amor, lo importante que son los amigos en la adolescencia y como todas las experiencias se quedan impresas en tu vida. Además, toda la música es original, compuesta por el director John Carney y cantada por el elenco.
Esta cinta es una combinación perfecta de nostalgia y alegría.
Las ventajas de ser invisible (Stephen Chbosky, 2012)
Charlie (Logan Lerman) es un chico de 15 años introvertido e inseguro, que últimamente no la ha pasado nada bien. Lo bueno es que establece una amistad con su profesor de literatura, Mr. Anderson (Paul Rudd) y con una pareja de hermanos que cursan el último año de prepa, Patrick (Ezra Miller) y Sam (Emma Watson).
Tal como lo hace en el libro, Chbosky captura perfectamente la incertidumbre juvenil y la expresa a través de una trama que conecta con el público, no tanto por su originalidad -ya otras cintas han hablado de los males de la adolescencia- sino porque sus situaciones y protagonistas son de autenticidad crujiente.
En este sentido, se aprecia en el filme una mayor atención y desarrollo de los personajes secundarios, lo que no sólo le da a la historia una mayor profundidad y equilibrio, sino que sirve de plataforma para hacer brillar a su gran elenco.
Boyhood (David Linklater, 2014)
Esta cinta es un parteaguas en la historia del cine: un director que filmó por 12 años consecutivos a un mismo grupo de actores, con resultados apantallantes.
Resulta enigmático y valioso, ver cómo Mason crece -y sus padres envejecen- literalmente frente a nuestros ojos, en un lapso de casi tres horas. Aplauso de pie a la editora.
Es interesante también, cómo Linklater mantiene la narrativa sencilla, al tiempo que le imprime un toque poético y nostálgico. Nos llega, porque en su trama y en sus actuaciones frescas y poco estudiadas (Arquette se gana a pulso su Óscar), repican esos años complejos, que definen el carácter… desde sucesos como el primer beso, hasta lo cotidiano pero significativo: una conversación con tu papá.
Los momentos grandes y pequeños, las preguntas y reflexiones. Y entretejiéndolo todo, implacable y maravilloso, el paso del tiempo.
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