En su nueva película, Isaac Ezban presenta un escenario distópico lleno de emociones.
Hace un par de años, el director mexicano Isaac Ezban aterrorizó a los espectadores con Mal de ojo. Lejos de las leyendas, las abuelas macabras y las tradiciones, el cineasta se embarca en uno de los temas que más ansiaba tocar como realizador: el fin del mundo. Apoyándose de tres hermanos, un virus y la constante sensación de peligro, Ezban entrega una película dolorosa y en la que defintivamente suceden muchas cosas. Si te quedaste con alguna duda tras su melancólica conclusión, aquí te presentamos el final explicado de Párvulos: Hijos del apocalipsis.
ADVERTENCIA: Los siguientes párrafos contienen spoilers mayores de la película.
En un mundo desolado por el ataque de un virus, tres hermanos (Salvador, Oliver y Benjamín) viven solos en una casa abandonada en medio del bosque. Pasan sus días esperando el supuesto regreso de sus padres, escuchando el mismo disco y cuidándose de las despiadadas Trompetas. Además, cazan animales para alimentar a los “monstruos” que ocultan en el sótano. Cuando la necesidad y la curiosidad, los llevan a explorar más allá del territorio que conocen, los tres se enfrentan a situaciones que desafiarán su inocencia y la rutina que han creado.
El primer gran descubrimiento de la cinta lo hacemos junto con Benjamín, el hermano menor. En uno de esos momentos de curiosidad, el niño baja al sótano y descubre que esos monstruos son, en realidad, sus padres. Tras ser infectados por el virus, Salvador y Oliver decidieron encerrarlos como si de presos se tratara. Estos se alimentan de animales, pero su estado les pide otro tipo de comida, una más humana.
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Más adelante se nos explica el origen del virus: el mundo fue víctima de una pandemia, y ante el peligro que todos corrrían, pronto se inicia el desarrollo de la vacuna. Esta se termina mezclando con una mutación del virus inicial y genera otra infección mucho más agresiva, la que convierte a los seres humanos en zombies. Desde su inocencia, Benjamín intenta relacionarse con sus padres: emplea algunas dinámicas, les recuerda cómo leer, e incluso pide ayuda a sus hermanos para que sus padres puedan tomar el sol y reconecten con la naturaleza.
Las cosas, sorprendentemente, parecen ir mejor. Hay un avance en las habilidades de esos “monstruos” en el sótano, e incluso la familia se da el lujo de festejar la Navidad. Esa misma noche, los tres hermanos se encuentran con Valeria, una joven solitaria que llega a la casa abandonada y pronto se gana su confianza. Incluso les cuenta que hay una cura para la infección, y que de vez en cuando un avión pasa por la zona arrojándola para quienes Salvador, Oliver y Benjamín comparten comida con ella, y el primero de ellos incluso pasa la noche a su lado. A la mañana siguiente, cuando Valeria piensa marcharse (tras robar algunos suministros), los ruidos del sótano llaman su atención.
Sin dudarlo, baja y descubre a los padres. Estos la atacan y terminan con ella mientras los tres hermanos miran horrorizados. La muerte de Valeria sirve como catalizador para un dilema importante: los padres de Salvador, Oliver y Benjamín necesitan carne, pero no sólo de animales. Y si no se las dan pronto, la esperanza de seguirlos educando para “recuperarlos” se puede esfumar.
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Oliver y Benjamín se lanzan a cazar posibles víctimas, algo que también los pone en peligro de muerte. El experimento funciona, pero las cosas se vuelven a complicar cuando en la casa abandonada irrumpen las Trompetas, una secta con peculiar visión sobre el apocalipsis que se vive. Los miembros de las Trompetas consideran impuros a los tres hermanos, y deciden eliminarlos, pero los padres escapan del sótano y defienden a sus hijos. Un integrante de las Trompetas muere, así como el padre de los protagonistas. La madre escapa, pero las Trompetas restantes logran tomar a Salvador y llevarlo al bosque, donde lo amarran.
En lo que parece ser un ritual se revela que las Trompetas tienen una dósis de la cura. Se suscita una pelea que termina con la muerte de Salvador, y donde la madre reaparece para acabar con los villanos. Enoc, el líder de las Trompetas termina envuelto en llamas, y Oliver por fin tiene en sus manos la cura. No duda en usarla con su madre, pero debido a una mordida de esta, ahora el pequeño Benjamín también tiene el virus.
La cinta termina con una escena conmovedora, donde se nos recuerda que en la naturaleza hay una dolorosa constante: el cambio. Oliver y su madre, ahora medianamente recuperada, entierran los cuerpos de Salvador y su padre. Pronto comienzan un nuevo andar junto a un Benjamín infectado, a quien ya entrenan como este en algún momento hizo para salvar a quienes le dieron la vida.
“En algún momento, mientras entrenan a los papás, los hermanos se crean armaduras con peluches. Pero si un zombie te ataca, eso no sirve de nada. Es similar a cuando tapan las ventanas con tablas, no sirve de nada cuando entran las Trompetas. Sienten que eso los protege, por eso hacen lo que hacen. Su ingenuidad es el motor más grande, pero también es lo que termina por termina doblando al final. Quería que esa ingenuidad fuera un arma de doble filo”, reveló Isaac Ezban en entrevista a Paloma & Nacho.
¿Fascinados por esta nueva versión del apocalipsis? ¿Cuál fue su momento de esta emocionante película?
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