La leyenda de “La Miringua” cobra vida en la película Un cuento de pescadores, que llega al FICM 2024 para aterrorizarnos.
Rodada en la zona lacustre de Pátzcuaro, Michoacán, la película Un cuento de pescadores, de Edgar Nito, encantó al Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM 2024) con su mezcla de terror y realismo mágico que mantuvo al público al filo de la butaca.
La cinta, que forma parte de la Competencia Mexicana de Largometraje de Ficción, está inspirada en una leyenda purépecha en la que un espíritu de una mujer conocida como la Miringua arrastra y ahoga a la gente pecadora en el lago de la comunidad.
Al respecto, el director comentó:
“Esta película trata de la fantasía que permea en toda una comunidad, en donde los personajes se guían por sus instintos oscuros, sus pecados, sus pasiones y sus locuras, no es una película cien por ciento de terror clásico, a pesar de que tenemos al elemento fantástico que está toda la zona”, expresó el realizador.
Uno de los momentos con mayor misticismo de la conferencia de prensa realizada en el Teatro Melchor Ocampo de Morelia, fue cuando parte del elenco compartieron algunos sucesos paranormales que vivieron durante el rodaje.
“Estar viviendo en una cabaña en la isla no fue algo sencillo. Todas las veces que despertaba sentía que alguien estaba a mi lado”, comenzó el actor Jorge A. Jiménez, quien continuó:
“Una vez que estaba acostado en mi cuarto, me tapé con las cobijas y clarito sentí cómo me estiran el pie. Pensé que había sido alguno de mis compañeros para asustarme, pero cuando prendí la luz y me moví descubrí que no había nadie”.
“Al otro día le pregunté al guardia si alguna sabía si ahí asustaban, y me responde: ‘Mira en la noche camina una mujer y en los columpios se aparece un niño'”, agregó con risas nerviosas el intérprete, quien vivió durante seis meses en la comunidad para rodar esta película.
La actriz michoacana Bibiana Godínez también compartió la experiencia sobrenatural que vivió:
“A mí también varias veces me cerraron las puertas de las cabañas, crujía la madera. Un día alguien comentó: ‘es que hace rato pasó el velador’ y después nos dimos cuentas que no había velador en el lugar. Es decir, estábamos viviendo la atmósfera de la película”.
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Entre los retos a los que los actores se enfrentaron antes y durante el rodaje, estuvo el aprender a pescar, a remar canoas y a realizar escenas subacuáticas.
“Parte del proceso fue integrarnos a la comunidad, a movernos con naturalidad en la embarcación y a convertirnos prácticamente en pescadores para aprender a lanzar la red”, compartió el actor Antonio Becerril.
“A mí me costó mucho trabajo desescamar pescados, fue algo que lo odié, por supuesto que leí el guion y sabía que mi personaje era una pescadora y todo, pero el hecho de estar ahí, hacerlo, olerlo, fue difícil”, señaló por su parte Daniela Momo.
La música es un tema importante de la película, pues a lo largo de la cinta podemos escuchar piezas tradicionales mexicanas, así como otras con instrumentos prehispánicos, pero también temas clásicos de la cultura popular como la música de Los Bukis, que son orgullosamente michoacanos.
“Podemos encontrar música incluso de Los Bukis, que nos habla de la música michoacana y de distintos elementos. Esta película le pertenece a este hermoso estado”, agregó Edgar Nito.
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