La cuarta película del inglés Jonathan Glazer es una historia sobre la tragedia de Auschwitz durante el Holocausto desde la mirada de quienes perpetraron el horror.
Las personas que cometen actos siniestros ante la humanidad también tienen días de campo, festejos de cumpleaños y momentos de comicidad en familia. También tienen sueños, miedos e inseguridades. Parece imposible imaginarles compartiendo una tarde en la alberca, entre flores y risas. Resulta, de hecho, más aterrador pensarles en ese contexto, pudiendo olvidar las atrocidades que perpetran. Zona de interés, de Jonathan Glazer, ahonda en la vida de los nazis quienes están del lado oscuro de la historia, de quienes hicieron de Auschwitz un hogar.
Las historias del Holocausto nunca dejan de ser desgarradoras. De impactar por la crueldad. A lo largo del tiempo se ha retomado desde la pantalla grande la devastadora perspectiva de las víctimas del genocidio donde millones de personas fueron asesinadas. En Zona de interés, la historia se relata, no desde la óptica de las víctimas o sobrevivientes, sino desde la mirada de quienes perpetraron los crímenes. Un acercamiento distinto y escalofriante a la tragedia que conocemos.
Una exploración de lo inhumano desde lo humano
Zona de interés es una adaptación libre de la novela homónima de Martin Amis. Se adentra en la vida de Rudolf Höss, comandante de los campos de concentración de Auschwitz. En esta, la cuarta película de Jonathan Glazer, observamos el día a día de la familia de Höss. Su esposa e hijos habitan en una bella residencia con piscina, invernadero y una amplia casa. Les atienden varias trabajadoras del hogar y comparten cómodamente el tiempo con sus amistades. Sin embargo, más allá de sus aposentos, no muy lejos, de hecho, ocurre un horror que las palabras no terminarían de describir. Una comunidad está siendo exterminada mientras ellos se divierten entre el agua y el sol.
El relato de esta cinta, que cuenta con cinco nominaciones al Oscar, transcurre desde la mirada particular de Höss. Un comandante que entrega su vida al trabajo, y su trabajo es supervisar, diseñar, materializar el exterminio de los prisioneros judíos (bebés, niños, mujeres, ancianos, hombres). La pregunta, que por décadas se ha formulado en la sociedad, la responde la cinta, “¿quién podría estar detrás de la planeación y ejecución de algo tan vil y espantoso como un genocidio?”: alguien que carece ya de sensibilidad y empatía.
En esta historia no seremos testigos de la toma de conciencia de Höss. No se arrepentirá de las atrocidades. Tampoco lo veremos redimirse ni cambiar. En realidad, observaremos cómo avanza en su trabajo, cómo su familia sigue sus días a pesar de vivir a unos metros de un lugar donde minuto a minuto las vidas de inocentes se extinguen.
Lo verdaderamente desgarrador es que esa realidad es similar a la que vivimos en este momento. Mientras escribo estas palabras cientos de miles de personas están viviendo un infierno similar: en México llevamos varios años subyugados ante el crimen organizado; en los ataques de Israel a Gaza han muerto cerca de 30 mil personas y miles más están luchando por sobrevivir. Por mencionar algunos de los contextos donde inocentes pierden la vida segundo a segundo. ¿Cómo es posible que como sociedad no hayamos aprendido nada?
Zona de interés o cómo construir una historia sobre la tragedia y el horror
En esta película, lo que no se ve impacta mucho más que lo que podemos ver. Porque sabemos que lo que se omite es la devastación, la muerte y lo siniestro. El fuera de campo en Zona de interés se convierte en un personaje constante.
La manera en que se conjuga la fotografía de Lukasz Zal con la mezcla de sonido de Johnnie Burn y Maximilian Behrens consigue una atmósfera casi repulsiva: entre más luminosos son los espacios abiertos que se registran con planos generales de la naturaleza y la familia, mayor es la ansiedad que provoca la humareda al fondo y los gritos ahogados.
El juego de contrastes es lo que consigue una conmoción y angustia: vivimos en un mundo en el que, mientras unos disfrutan con excesos y lujos, otros mueren hacinados en la ignominia.
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