Te contamos por qué no te puedes perder esta cinta íntima y llena de pasión.
Estas son las principales razones para ver El tiempo que tenemos. El romance fílmico del que todos están hablando está a punto de llegar a las pantallas mexicanas, y no te lo puedes perder, pues está realizado por muchos de los creativos más respetados del cine del Reino Unido, entre ellos Florence Pugh y Andrew Garfield.
Con una mirada diferente a las relaciones interpersonales, la cinta ha sido del agrado del público y la crítica. Aquí te decimos por qué no la debes dejar pasar.
Dos estrellas espectaculares
La película es protagonizada por Florence Pugh y Andrew Garfield, dos actores de alto calibre que no sólo se han convertido en favoritos del público en los últimos años, sino que además han demostrado en numerosas ocasiones que pueden hacer cualquier papel con el que se topen, desde cine basado en cómics hasta dramas existenciales.
Ambos actores británicos tienen entrenamiento teatral, y sus formas de desenvolverse frente a la cámara son de sus características más aclamadas. Verlos juntos es un deleite.
Una historia humana y poderosa
Otra de las razones para ver El tiempo que tenemos es el romance tierno pero complicado que la cinta tiene al centro. Seguimos a Almut (Pugh) y Tobias (Garfield), dos jóvenes que se conocen de manera inesperada y cambian sus vidas. Sin embargo, una difícil revelación amenaza con derribar todo lo que han construido en su relación. Poco a poco, conoceremos pasajes de su vida que nos muestran cómo enfrentan las dificultades.
Esta es una película que, con elegancia –y mucha potencia– trata temas como la pérdida y la redención. Por si esto fuera poco, es una contundente muestra de que, por más que queramos detenerlo, el tiempo avanza, y trae consecuencias con numerosas áreas grises. Eso sí, el amor es palpable en cada fotograma.
Un realizador como pocos
La cinta la dirige el irlandés John Crowley, reconocido cineasta y director de teatro responsable por llevar a la pantalla grande la comedia negra Intermission (2003) y el drama Brooklyn (2015), pero también por montar en los escenarios la obra Pillowman, escrita por Martin McDonagh. Con su montaje de esta producción fue nominado a varios premios Tony.
Del estilo de Crowley destaca su habilidad para hacer que el espectador empatice siempre con sus narrativas, las cuales se caracterizan por acentuar el lado humano, natural e imperfecto de sus personajes. Sin duda, la elección perfecta para comandar esta propuesta.
Melodías etéreas
Sin duda, este largometraje se tiene que ver en una sala de cine, pero no sólo por la intensidad de sus interpretaciones y relatos, sino por la banda sonora que envuelve todo. El compositor de la partitura de este drama es el músico Bryce Dessner, quien además de crear piezas para películas, también se desempeña como guitarrista de la banda de rock The National.
En esta ocasión, Dessner entrega composiciones hipnotizantes con tintes electrónicos, las cuales encajan a la perfección con el tono naturalista del conjunto. Todo el tiempo estamos en trance, y los sonidos disruptivos nos llevan de la mano en el turbulento viaje.
Dulzura en las imágenes
Con apabullante atención al detalle, y haciendo gala de un lenguaje visual delicado y repleto de tomas hermosas, la fotografía de Stuart Bentley es uno de los mejores elementos del conjunto, y otra de las razones para ver El tiempo que tenemos.
Bentley, conocido por su trabajo en la serie Black Mirror, le da a la película un toque cálido y reconfortante por medio de sus encuadres y la paleta de colores, que se adapta a la intimidad que el metraje nos invita a presenciar.
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