Alex Zuno, codirector de El secreto del río, dirige Un mundo para mí, película que aborda la letra más olvidada del acrónimo LGBTIQ+: la ‘I’ de las personas intersexuales.
Un mundo para mí, ópera prima de Alex Zuno, tuvo su estreno en México en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG) en su edición 2025. La película compite por el Premio Maguey, dedicado a narrativas LGBTIQ+, y por el Premio Mezcal, para la mejor película mexicana. Al respecto, su director comenta:
“La tendencia en muchos festivales es que todo lo LGBTIQ+ se vaya a su sección y ya. Por eso estoy emocionado de que Un mundo para mí esté incluida en dos competencias del FICG, porque comprueba que no somos historias de nicho. Somos historias”.
Alex Zuno ganó en 2017 el Ariel a cortometraje de ficción por Oasis, pero su nombre sonó fuerte el año pasado tras codirigir los exitosos proyectos El secreto del río y Tengo que morir todas las noches. Ahora llega Un mundo para mí, película que ya tuvo un destacado paso por el Festival Internacional de Cine de Mar de Plata. A propósito de su estreno en el FICG en su edición 40 platicamos con el director.
Paloma & Nacho: Alex, son 10 años desde tu primer corto, Cuarto de hotel, y ahora llegas con tu primer largometraje de ficción, y en medio hay muchos cortometrajes y series de tv. Pero lo cierto es que temáticas de la comunidad LGBTIQ+ nunca han sido ajenas a ti.
Alex Zuno: Viví mi adolescencia en los años noventa. Y todos los días, en secundaria y prepa, escuchaba las palabras p*to y maric*n, 15 veces al día. Entonces construí mi identidad –algo tan importante– pensando que debía avergonzarme de eso.
Luego, en el CUEC –ahora ENAC– creí que entraría en un espacio de más apertura y libertad, donde podía ser yo mismo. Y me encontré con que la industria cinematográfica es un heteropatriarcado cisgénero. Y volví a meterme al closet. Me acuerdo de que varios maestros nos decían: “No van a descubrir el hilo negro. Ya todo está contado en el cine”.
Pensaba: “Bueno, las historias LGBTIQ+, al menos en nuestro país, no están narradas. Y no se trata descubrir el hilo negro, pero sí debemos, nosotres, contar nuestras historias, en primera persona. Entonces, a partir de que salgo del clóset, asumo el compromiso con mi comunidad de visibilizar nuestras historias y, en la medida de lo posible, cambiar la industria.
Cuando hicimos Tengo que morir todas las noches, en la primera junta, Silvia Navarro dijo una frase que se volvió el lema del rodaje: “Todxs estamos en transición”. Y es verdad: todxs estamos aprendiendo, deconstruyéndonos. Y Ernesto Contreras [director] dijo: “En este rodaje no hay clóset”. Eso hizo toda la diferencia. Trabajar como primer asistente de dirección me ayudó a encontrar mi voz como realizador. En ese proceso fue fundamental la guía y el apoyo de Ernesto.
P&N: La sinopsis de Un mundo para mí dice: “Cuando su primer bebé nace intersex, una joven pareja debe tomar la decisión más difícil de su vida, abriendo sus ojos a mundos desconocidos para ellos”. ¿Cómo se aterrizó la intersexualidad a una narrativa?
Fue un trabajo de años. Al principio tenía la necesidad de sobreexplicar para dejar todo claro: ¿Qué es la intersexualidad? ¿Cuáles son los protocolos médicos? ¿Cómo se atiende? Pero esos primeros tratamientos se sentían muy didácticos. Tenía que lograr que pesara más el drama, que se transmitiera la información sin que se sintiera que quería educar o imponer un punto de vista.
Fue un proceso largo de escritura. Cuando el proyecto maduró, su primer título era Intersex. Luego pasó por muchos otros, incluyendo “El mundo en que nací”, canción de Café Tacuba. Al final nos decidimos por uno más corto, que me gusta mucho.
P&N: Dijiste la palabra clave: Intersex. De hecho, en la misma comunidad es común que la ‘I’ se borre del acrónimo.
Es correcto. Si te fijas la ‘I’ casi siempre se la saltan, la quitan. No existe. Por eso quisimos contar la historia de un bebé intersex desde una familia como cualquier otra, de una pareja joven que enfrenta a una sociedad conservadora, heteronormada… y absurda.
P&N: Teniendo el guion, ¿cómo se enriqueció al llegar a lecturas y ensayos con lxs actores?
Como director, me he propuesto derribar esta idea de director-dictador… que va ligada a la idea que es un puesto que debe ocupar un hombre heterosexual, cisgénero, blanco…
El cine es un trabajo creativo, y a mí me gusta que actrices y actores hagan el discurso suyo. Durante el proceso de casting, para mí era importante que la pareja protagonista abrazara el discurso de celebrar la diversidad. Los hallé, y para ambos, Mayra Hermosillo y Andrés Delgado, es su primer protagónico.
Lo mismo pasó con otros personajes. Quizás los más importantes son el de Nova Coronel y el de Silvia Navarro. Yo venía de trabajar con ellas, les hice la invitación a seguir creando juntxs y construir este discurso en común.
Cuando vean Un mundo para mí se darán cuenta que la historia está impregnada de una feminidad que tiene mucho del espíritu de Mayra [Hermosillo, la protagonista] y con mi equipa. Digo ‘equipa’ porque las cabezas de área eran mujeres.
P&N: ¿Qué significa estrenar Un mundo para mí en festivales como el FICG?
Los festivales son una ventana de entrada para llegar al espectador, y tienen su importancia a nivel curricular. Fuimos afortunados de estrenar en Mar del Plata, un festival Categoría A, y fue significativo que sucediera en Argentina, una sociedad abierta y sensible a la diversidad. A veces soy un poco supersticioso, y dos películas importantes para mí fueron XXY, de Lucía Puenzo, y El último verano de La Boyita, de Julia Solomonoff, ambas argentinas, ambas de realizadoras y con tramas que abordan la intersexualidad.
Después fuimos al Cinequest Film & Creativity Festival, en San José, California, donde nos dieron el Global Vision Award para óperas primas. Luego vino San Diego, y ahí fue interesante la conversación, porque el público latino quería ver películas mexicanas, y están sensibles a temas de diversidad.
Un mundo para mí (México, 2025)
Dirección y guion: Alex Zuno.
Con: Mayra Hermosillo, Andrés Delgado, Silvia Navarro, Nova Coronel, Carmen Beato y Gerardo Trejoluna.
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