La vida de una artista transgresora, como nunca se había contado.
Frida Kahlo no sólo fue un ícono de la corriente surrealista de la pintura en México y en el mundo, sino también una persona que rompió paradigmas con respecto al rol de las mujeres en la sociedad. Lo cierto es que ni esas líneas le hacen justicia a la importancia de sus obras en el mundo del arte, ni a su incansable búsqueda por encontrar algo que la motivara, aún cuando, después de un giro inesperado en su vida, su cuerpo dejó de responderle como ella quería.
Cualquiera que sepa de la huella que dejó Kahlo, sabe que hay mucho por abarcar de su trayectoria profesional y vida personal, pero que, aunque ya se han hecho varios intentos por diseccionar al máximo las subidas y bajadas que experimentó la artista, hacía falta algo, pues todo se sentía muy impersonal. El documental Frida (2024), que triunfó en Sundance y ahora llega a la edición del prestigioso festival que se presentará en la Ciudad de México gracias a Cinépolis, cambia eso, difuminando que separa a la pintora, como sujeto de estudio, y al espectador.
A continuación, te damos razones vitales para ver el documental Frida.
En sus propias palabras
La cinta, dirigida por Carla Gutiérrez, hace algo que nunca se había hecho para un proyecto audiovisual que explorara la vida de Kahlo: se tomaron pasajes completos de sus diarios personales, además de fragmentos de entrevistas, para que fuera la misma artista, quien nos narrara lo que vemos. Por supuesto, la voz que escuchamos no es la de Frida, pero el trabajo de la actriz Fernanda Echeverría es impecable, pues toma las letras escritas y dichas por la pintora y las convierte en todo un espectáculo sonoro. De pronto, es como si Frida nos hablara.
La intimidad de Frida, más allá del símbolo
Este largometraje no sólo es el debut de Carla Gutiérrez como directora, también es un logro de más de un año de trabajo y una vida de inspiración. Además, es un esfuerzo por distanciar a la artista del estatus de ícono, y presentar su humanidad.
En entrevista para Paloma y Nacho, Carla nos comparte que el propósito de esta película no era hacer otra biografía de su vida, si no humanizar a Frida a través de las emociones que dejó en sus pinturas.
“Lo que queríamos era realmente conectar con ella, con su alma y con lo que le pasaba emocionalmente. Queríamos darle voz a su mundo interior”.
Para la directora fue importante contar las emociones de Frida en primera persona.
Poderoso testimonio de amor al arte
Algo que es muy valioso del documental es cómo se enfoca en lo sanador que fue para Kahlo el arte de pintar. Si bien no se desvía de temas importantísimos para comprender a la artista –como su vida adolescente, su relación con la religión, su accidente, su matrimonio con Diego Rivera, sus deseos carnales y su percepción del México revolucionario–, el hilo conductor es la pintura y cómo este arte significaba para la creativa una reafirmación de su voluntad para vivir.
Experiencia inmersiva
Al ver el documental, entramos de lleno al universo de color de Frida Kahlo gracias a un elemento muy importante que acompaña las historias que ella nos cuenta. A lo largo de la película, se incluyen secuencias animadas que les dan movimiento a los cuadros de la artista. Esto le da al proyecto una cualidad lúdica muy interesante, pues cuando las figuras se mueven, las sensaciones que la protagonista quería evocar quedan al descubierto. Desde luego, el hecho de ver en pantalla grande cuadros tan famosos como “El venado herido” o “La columna rota” es sorpresivo, pero verlos moverse resulta conmovedor.
Las ciudades que ya no están
Este proyecto toma mucho material de archivo para contar su historia, y gran parte de lo que vemos son videos antiguos tomados en lugares icónicos de México y Estados Unidos. Ver estas ciudades en su apogeo, antes de que la tecnología las rodeara es algo por demás interesante y que encaja muy bien con la intención del documental, pues se nos muestran con lujo de detalle los dos lugares del mundo que inspiraron a Frida a crear con tanta libertad.
El tono positivo
Una de las cosas que mejor logra el documental Frida es mostrar el optimismo con el que ella se manejaba en su vida cotidiana. Durante gran parte de la cinta, somos testigos de cómo la creativa se asombra con cada cosa buena que le pasa. Es genial darse cuenta de que, aún con el enojo derivado de su fatídico accidente, aún encontraba momentos para ser receptiva a todo aquello que le parecía hermoso y que la inspiraba a seguir dándolo todo en cada cuadro.
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