No fue el más grande éxito, pero dejó marcados a quienes la vieron.
En 2006, y tras haber protagonizado la trilogía Matrix, Keanu Reeves se enfrentó a una de sus películas más ambiciosas: Una mirada a la oscuridad. Se trata de un relato que mezcla la ciencia ficción, el suspenso, y la inspiración de Philip K. Dick (autor de la novela que inspiró Blade Runner). Bajo la dirección de Richard Linklater, se convirtió en un proyecto muy ambicioso por más de un tema, y a casi 20 años de su estreno, se le considera una película totalmente vigente. ¿Por qué Una mirada a la oscuridad, con Keanu Reeves, es aún tan importante?
La cinta se desarrolla en el condado de Orange, California, en un futuro donde Estados Unidos ha perdido la guerra contra las drogas. El protagonista es un policía de incógnito, quien recibe la orden de vigilar a sus amigos ante una actitud sospechosa. Pronto se ve inmiscuido en confesiones, giros de tuerca, y una constante sensación de que no todo marcha bien.
Más allá de su historia, que puede rayar en la distopía, hay algo que siempre llamó la atención en esta cinta: su técnica de animación. Linklater filmó la cinta con actuaciones en live-action, y este proceso duró menos de un mes. Lo complicado fue la postproducción y la forma en que se llegó al resultado: la rotoscopia. Esta técnica consiste en calcar, cuadro por cuadro, una secuencia filmada con actores de carne y hueso, para así convertirla en una animación. Se pueden hacer otras capas de dibujo, pero la mayor parte debe inspirarse en imágenes reales.
Un software se encargaría de dar el movimiento final a las imágenes, pero la mayor parte de la labor recaería en los animadores, quienes usaron su ingenio para convertir lo live-action a un trabajo preciso, creativo, y fiel a la esencia de los actores. Dicha tecnología fue revolucionaria en su época, y genera un gran impacto hasta nuestros tiempos por una sencilla razón: actualmente un efecto similar se podría lograr con la inteligencia artificial. De hecho, hay quienes atribuyen algunos efectos como el “cambio de rostro / deep fake” a lo logrado con la rotoscopia.
Es cierto que efectos como el de Una mirada a la oscuridad hoy se ven en muchísimos filtros de redes sociales, pero sirven para recordar la importancia y talento de los animadores. Sin su ingenio, no se podría tener una película que, a casi dos décadas de su lanzamiento, aún inspira a muchos profesionales de dicha labor.
Al final del día, la película fue un fracaso en taquilla. Recaudó apenas $7.7 millones de dólares en todo el mundo contra un presupuesto de $8.7, pero sus creadores no se sorprendieron con esto. Sabían que contar una historia oscura, que hablara de problemas reales, y con una técnica diferente, sería algo complejo. Pero no tuvieron miedo, y lo hicieron. No se bañaron en dinero como con otras producciones, pero sí consiguieron algo más importante: cambiar la forma en que se hacían las cosas, y lograr que su trabajo fuera recordado por sus contribuciones.
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