Descubre cómo una chupasangre “diferente” cambió su historia.
Desde su estreno en la 80ª edición del Festival Internacional de Cine de Venecia, una extraña vampira conquistó el público. Tras su paso por Estados Unidos y otros países, México por fin puede disfrutar de Vampira humanista busca suicida, título que cuenta con un final emocionante, y sumamente reflexivo.
Cuando pensamos en vampiros, las palabras “dulce” “reflexión” y “compasión” no son precisamente lo que nos viene a la cabeza. Sin embargo, pocas historias vampíricas son tan encantadoras como esta. Todo inicia con Sasha, una niña vampira que tiene piel pálida, padres igualmente chupasangres y una educación ligeramente en contra de los humanos. Las cosas parecerían normales de no ser por un “ligero” problema: Sasha se siente incómoda con la idea de atacar a los humanos y sus colmillos no funcionan como deberían.
Un médico descubre que la pequeña tiene compasión excesiva por los humanos. Esto se debe a que sus padres le llevaron un payaso para festejar su cumpleaños y lo “desvivieron” frente a sus propios ojos. Aurelien, el padre de Sasha, apoya que esta haga su voluntad, pero Georgette (su madre), Victorine (su tía) y Denise (su prima), están en contra. La ven como un bicho raro.

Años después, Sasha conoce a Paul, un chico con tendencias suicidas y quien está por lanzarse de un edificio… pero no lo consigue. Un encuentro posterior provoca algo extraño en la vampira, pues sus colmillos por fin emergen. Los chicos se hacen amigos y deciden ayudarse: ella lo asistirá en su suicidio y él le dará su sangre para que tenga alimentación. Los colmillos de Sasha nuevamente desaparecen, y para ganar tiempo, le pregunta a Paul si tiene un deseo antes de morir. Este le responde que desea vengarse de Henry, un compañero (de trabajo y escuela) suyo.
Así inicia la búsqueda de venganza, pero las cosas salen mal y, cuando los amigos de Henry golpean a Paul, Sasha sale en defensa de este último. Con sus colmillos regenerados, asesina al bullie y le pide a su nuevo amigo que huya. Primero entierran a Henry juntos, y después, Denise descubre lo ocurrido. La protagonista se ve obligada a terminar con la vida de Paul, pero no puede hacerlo, así que golpea a su prima y huye con él.
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Aislados en un hotel, Paul cambia de idea: ya no quiere morir, sino convertirse en un vampiro. Con ayuda de su familia, la “vampira humanista” tiene éxito en la misión. El epilogo nos presenta a los amigos en un hospital; ahí, la madre de Paul (una enfermera) ha preparado una sorpresa: cierto paciente terminal ha accedido a donar su sangre para los vampiros, pero todo a cambio de un concierto de piano. Para una “vampira humanista” como Sasha, esta es una nueva gran forma de vida: ayuda a otros para que tengan una buena despedida, y ella (junto a Paul) consigue la sangre necesaria. Juntos sonríen pensando en lo que les depara la eternidad.

En entrevista para Borrowing Tape, Ariane Louis-Seize, directora y coguionista de la película, detalló cómo este final encajaba tan bien en la perspectiva que siempre tuvo de la protagonista.
“Siempre fue una adolescente en nuestras ideas. Cuando era adolescente, me gustó Juno, Pequeña Miss Sunshine, esos coming-of-age independientes. Los adolescentes son personajes increíbles porque, cuando eres adolescente, descubres quién eres, descubres tus contradicciones e intentas rechazar alguna parte de ti. Juegas con tus límites, los límites de los demás, para intentar descubrir cuáles son. Por eso, pensé que tratar a un vampiro como a un adolescente normal podría ser una nueva perspectiva para las historias de vampiros. Esa fue la idea desde el principio”.
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