El actor se enfrentó a uno de los procesos más complicados en toda su carrera.
Tras una larga espera y muchas especulaciones, por fin llegó Nosferatu a la pantalla grande. La inquietante película dirigida por Robert Eggers no sólo ha sobresalido por su estética y sobresalientes actuaciones, sino también por mostrarnos a un Conde Orlok completamente diferente a todo lo que se pensaba. Para Bill Skarsgård, intérprete del vampiro que antagoniza Nosferatu, fue todo un reto encontrar su versión del personaje y la transformación adecuada.
En entrevista para Entertainment Weekly, es el actor de origen sueco (y quien también interpretó a Pennywise en las más recientes películas de It) quien cuenta cómo fue ponerse en la piel (y los prostéticos) del personaje. Aunque Orlok se hace presente en la historia desde sus primeros momentos, es hasta que Thomas Hutter (Nicholas Hoult) lo ve durmiendo en un sarcófago cuando su apariencia se revela. Entre un peculiar bigote y su inquietante voz, la apariencia es muy poderosa.
“Nunca me sentí como el personaje hasta que tuve todo puesto. Entonces, fue el maquillaje y el vestuario completos. Recuerdo la segunda prueba de cámara que hicimos. No hay audio, no hay grabación de voz. Es sólo la cámara, muchas velas y yo sentado en una silla. En una película puedes escuchar la cámara rodar, pero ves esa pequeña luz roja y luego llega el momento. Habíamos hecho muchos ensayos antes de eso, pero esa fue la primera vez que sentí que las cámaras estaban vivas y pude convertirme en esto”, dijo Bill.
Durante años, Eggers hizo de Nosferatu su proyecto soñado. Trabajó en cómo luciría el villano y todos los aspectos que nutrirían su apariencia. Dos años antes de arrancar la filmación, el cineasta compartió un dibujo digital de Orlok con el actor. Este quedó fascinado con la imagen y reconoce que, al final, no se hicieron muchos cambios. El vampiro luce un rostro esquelético con pómulos salientes, casi como si la carne estuviera pegada al hueso. También hay trozos de piel en descomposición y, evidentemente, el bigote; luego se trabajó en la voz.
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Aunque Skarsgård ya tenía experiencia con el maquillaje y los prostéticos de Pennywise, en esta ocasión sintió verdadero miedo. No quería verse como una plasta de látex.
“Me preocupaba no poder actuar con eso, que se sintieran como prótesis gigantes, y no podía vivir con eso”, dice Skarsgård. “Definitivamente hubo una etapa en la que no lo habían puesto todo, donde yo era como: ‘Parezco el maldito Grinch o un maldito duende’. No me gustó nada como se traducía eso en mi interpretación”.
El actor también trabajó con una coach de ópera para nivelar su registro vocal y encontrar el tono que necesitaba el vampiro. Eggers también pidió que se mantuviera alejado del resto del elenco el mayor tiempo posible, esto para concentrarse en su labor y conseguir una mejor respuesta de sus compañeros la primera vez que lo vieran. En ojos del cineasta, el villano era más un hechicero inmortal que un vampiro.
“Sé que Bill a veces se sintió demasiado solo cuando estaba filmando It. Así que le dije: ‘Puedes ser Bill el fin de semana y salir con la gente si lo necesitas, pero eres contemporáneo y se supone que interpretas a alguien que murió cuando tenía 50 años, y ahora es una criatura inmortal que no puede ser más que perfecta. Así que necesitas tener distancia en el set. Cuando encaja en el personaje es pesado, todos pueden sentirlo; el diseño del maquillaje es bastante evocador. Así que sí, creo que era una presencia intimidante, tenía que serlo”, dijo el director.
Si ya vieron el diseño final del vampiro, ¿qué opinan de su apariencia? ¿reconocieron a Bill Skarsgård debajo de ese rostro tan infernal? Nosferatu ya está disponible en las salas de Cinépolis. Pueden verla en formato tradicional y pantallas IMAX.
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