Han pasado tres décadas y Steven Spielberg está convencido que La lista de Schindler es más importante que nunca.
Difícil decir cuál es la joya de la corona en la brillantísima carrera de Steven Spielberg. Es comprensible que muchos apunten a sus mayores blockbusters como serían Tiburón, ET o Los cazadores del arca perdida. Pero si hubo una película que marcó la consolidación del cineasta entre los grandes talentos de todos los tiempos ésa fue sin duda La lista de Schindler, no sólo por los premios que le dio y que fueron muchos, sino por la trascendencia de su mensaje.
Mucho se ha hablado sobre la interpretación de Liam Neeson, la fotografía en blanco y negro, y la pequeña del abrigo rojo. Sin embargo, con el tiempo ha surgido otro aspecto que resuena con cada vez más fuerza: el desenlace. No el del personaje central, sino el de la película que nos traslada a la tumba de Oskar Schindler, donde numerosos supervivientes le rinden homenaje con una roca sobre la lápida. ¿Cuáles fueron las razones por las que el director se decantó por esta decisión?
“La negación del Holocausto estaba aumentando nuevamente, esa fue la razón por la que hice la película en 1993”, explicó a The Sunday Times [vía]. “Ese final fue una forma de demostrar que todo en la película era cierto”.
Han pasado 30 años del estreno de La lista de Schindler y Steven Spielberg está convencido de que la cinta se ha tornado más relevante con el paso de los años: “tenía un mensaje vital que es más importante hoy que incluso en 1993, porque el antisemitismo es mucho peor hoy que cuando hice la película”.
El antisemitismo y otras formas de discriminación que se han tornado recurrentes en el mundo en que vivimos, las cuales son combatidas desde las distintas trincheras cinematográficas. No queremos entrar en debates sobre cuál es la mejor película del director, pero por esto y más es que La lista de Schindler siempre está entre los títulos que merecen ser considerados para la posición de honor.
