La ausencia de una figura paterna lo hizo sufrir para su más reciente proyecto.
Puede que en la industria cinematográfica Barry Keoghan esté pasando una buena racha, pero a nivel personal, y con su hijo, las cosas no marchan tan bien como el actor desearía. Una reciente entrevista dejó ver que, aún cuando ama al pequeño con todo su corazón, el vínculo con él no es tan normal como se podría esperar. Y mucho se debe al terrible pasado que vivió.
Luego de que Barry estrenara Bird, su más reciente drama, en el Festival Internacional de Cine de Toronto, el nominado al Oscar habló de su trabajo, y lo que tomó de sus experiencias personales, para representar una importante figura paterna. Más allá de la complejidad que requiere el papel, Keoghan sufrió complicaciones al momento de relacionar su papel con una figura paterna, pues no tuvo.
“No tuve una figura paterna cuando era niño, así que incluso mi relación con mi hijo no es la relación normal entre padre e hijo. No tengo esa figura de la que sacar experiencia y en la que basarla. ¿Amor? No necesitas nada de qué sacar provecho, el amor es puro, así que no hablo de eso, sino de pequeñas cosas como enseñarle esto a tu hijo o enseñarle aquello a tu hija”, dijo a Entertainment Weekly.
El actor, que inició una relación con Sabrina Carpenter el pasado febrero, habló de cómo se acercó a un papel para el que, definitivamente, no tenía un marco de referencia. La respuesta nos dejó conocer un poco más de lo que hace a Berry Keoghan tan cercano a este tipo de experiencias.
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“Fue más un asunto de hermano y hermana. Así es como lo interpreté. Hay padres en nuestros días, y son un poco como hermanos para sus propios hijos”.
La historia de Barry Keoghan y su hermano es dolorosa. Su madre murió cuando él tenía 12 años, todo como consecuencia de su lucha con las drogas. A partir de entonces, ambos terminaron en hogares de acogida. Ahí crecieron, convivieron con otras personas, y se formaron para ser los hombres más correctos posibles. En dichos lugares hubo figuras paternas, pero no se metieron tanto en su vida.
“Todas las familias fueron buenas con nosotros. Cuando eres niño, no sabes lo que está pasando. Te encariñas y entonces, boom, vámonos para acá (a otra casa)… No tengo ciudad natal, eso es lo que digo”.
Según lo que ha comentado, él y su hermano pasaron por 13 casas antes de convertirse en mayores de edad. Después tuvieron la autonomía necesaria para vivir por sí mismos. Respecto a su padre biológico, este los abandonó cuando eran niños. A pesar de todo lo anterior, él tiene claro el amor por su hijo, y que ser padre es, sin duda, el rol más complicado de su vida.
“Mi personaje tiene que hacerse notar como padre y tomar decisiones muy importantes, pero quizá estas no sean las mejores. Pero para mí, la experiencia de interpretar a un padre… obviamente, yo soy uno, pero a esa edad, mi hija tiene 12 años en la película. Fue un poco como: ‘¿En qué me baso?’”.
En Bird, Bailey, de 12 años, vive con su padre soltero Bug y su hermano Hunter en una casa ocupada del norte de Kent. Bug no tiene mucho tiempo para sus hijos y Bailey, que se acerca a la pubertad, busca atención y aventuras por su cuenta. Los hijos de Bug tomarán decisiones por sí mismos que los acercarán a la adultez en más de una forma.
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