La canción que marcó a una generación se enfrentó a graves problemas y señalamientos.
Apariciones fantasmales, Nueva York, una divertida historia, un grupo de amigos dispuestos a todo por salvar al mundo… y una pegajosa canción, esos son los elementos en que seguramente piensas cuando escuchas “Ghostbusters”. En la década de los 80, la franquicia alcanzó grandes niveles de popularidad no sólo por su buena historia, sino también por apelar a todo tipo de público y la increíble química de su elenco. Claro, nada sería lo mismo sin ese pagajoso tema que, hasta nuestros días, muchos recuerdan. Pero su creación no fue una historia precisamente agradable.
Una vez que Ghostbusters, la película original de 1984, terminó su proceso de edición, al director Ivan Reitman se le ocurrió la idea de incluir una canción que representara a su producción. Esta debía ser una obra original. Su único requisito era que el tema mencionara el título de la película y que durara unos cuantos segundos. El elegido para ello resultó ser Ray Parker Jr., quien tenía cierta trayectoria con temas románticos.
La idea de Parker Jr. fue simple: en vez de funcionar como una canción, el tema se parecía más a un jingle que promocionaba los servicios del equipo protagónico. Para nadie es sorpresa decir que la pieza musical se convirtió en un éxito, y pronto se le pidió a su creador que extendiera la duración. Pronto también se filmó el videoclip con varios minutos de duración, y en el que aparecieron varias estrellas muy importantes de la época.
¿Una obra original?
Luego de la filmación comenzaron los primeros problemas. Muchos actores, incluso algunos sin renombre, quisieron ser parte del proyecto, pero no cobraron por su participación. Esto llamó la atención de sus sindicatos, quienes establecieron reglas para impedir que más histriones trabajaran sin recibir un solo peso por su trabajo.
Por otro lado, también hubo acusaciones de plagio. Antes de que Parker Jr. fuera contactado por Columbia Pictures, la compañía se acercó a Huey Lewis and the News, quienes no aceptaron la oferta, pero formaron parte del escándalo. Unos meses después, acusaron y demandaron a Columbia porque el tema, ya convertido en éxito, sonaba muy similar a otro compuesto por Lewis.
Al final, ambas partes llegaron a un acuerdo del que no se supo nada durante años. Una de las cláusulas era que nadie podía hablar sobre los acuerdos alcanzados, pero Lewis lo hizo en 2001, revelando que había ganado mucho dinero con la demanda. Parker Jr. no se quedó con los brazos cruzados y también entabló una demanda por hablar de lo que no se debía. Evidentemente, ganó unos cuantos millones más. Desde entonces, ambos aprendieron a guardar silencio.
En la actualidad, el tema sigue siendo muy querido no sólo por quienes crecieron con la saga original, sino también por quienes descubrieron sus películas con el paso de los años. Columbia Pictures aún la utiliza para los tráilers de la franquicia. De hecho, el tema fue nominado como Mejor canción original en la 57ª entrega de los Premios Oscar. Aunque no ganó, hoy se le considera como uno de esos temas inolvidables en la historia del cine.
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