Los efectos visuales y de caracterización son un apoyo importante para cualquier película, pero nunca serán capaces de sostener una por sí mismos. A pesar de ello, son muchas las producciones que, convencidas del poder del fotorrealismo digital, conceden demasiado peso a las nuevas tecnologías, lo que no siempre es bien recibido por el público y la crítica. Estas controvertidas decisiones se acentúan cuando son comparadas con producciones similares, como remakes, reboots o secuelas que en su momento se vieron favorecidas por técnicas tradicionales que conquistaron por su creatividad. A continuación, una selección de diez ocasiones en que las artes de antaño superaron las computacionales.
Furia de titanes (1981) vs. Furia de titanes (2010)
Ray Harryhausen, uno de los grandes maestros del stop-motion, pasó a la historia del cine por los impresionantes efectos vistos en títulos como Los viajes de Gulliver (1960), Jasón y los argonautas (1964) y Un millón de años AC (1966).
Furia de titanes nunca ha sido su trabajo más celebrado, no por falta de calidad, sino porque su técnica fue considerada obsoleta en los 80. Esto no le impidió ganarse el cariño de un público que aún recuerda con emoción las secuencias de Pegaso, Kraken y muy especialmente Medusa. Casi 30 años después, Louis Leterrier intentó replicar esta inmersión mitológica con un remake cuya alta digitalidad no le fue de gran ayuda para conquistar al público y que sólo logró una secuela por el boom de Sam Worthington y el buen trabajo de Liam Neeson como Zeus. A la fecha, muchos recuerdan el diálogo con el que este último exigía la liberación del Kraken, pero son pocos los que recuerdan la apariencia que tenía la criatura.
Las Tortuga Ninja: La película (1990) vs. Tortugas Ninja (2014)
Estudios como Walt Disney, Paramount y Warner Bros. Pictures desecharon la opción de distribuir Las Tortugas Ninja: La película (vela AQUÍ) por el miedo a un nuevo tropezón à la Masters of the Universe (1987). Todos se arrepentirían, pues aunque los héroes del caparazón nunca figuraron entre los grandes éxitos del cine mundial, sí que se convirtieron en una de las cintas independientes más rentables de todos los tiempos. Buena parte de su éxito radicó en el diseño de Leonardo, Donatello, Rafael y Miguel Ángel, que requirió la construcción de elaborados trajes realizados en el taller de Jim Henson y que necesitaban de dos titiriteros cada uno, además de sus respectivos stunts y actores de voz.
Luego de varios esfuerzos por rescatar a las TMNT para un nuevo filme live-action, la responsabilidad cayó en la dirección de Jonathan Liebesman y la producción de Michael Bay, quienes se inclinaron por el motion capture, así como por un diseño más intimidante, pero también más acorde con la personalidad de cada guerrero. El esfuerzo no fue bien recibido por el público, que criticó duramente la poca cercanía que estos nuevos guerreros tenían con el cómic y la serie animada. Su recaudación fue suficiente para garantizar una secuela, pero no para impulsar una franquicia que ofrecía grandes posibilidades.
Trilogía Hombres de Negro (1997, 2000, 2021) vs. Hombres de Negro: Internacional (2019)
Más allá de las irregularidades de su historia, nadie puede negar que uno de los mayores encantos de Hombres de Negro (vela AQUÍ) radicó en sus alienígenas, creados por el maestro del maquillaje Rick Baker. Los hubo de todo tipo, pero los más queridos siguen siendo los de la entrega original (1997), entre los que figuran el arquiliano Gentle Rosenberg y el insectoide Edgar.
Este brillante trabajo sería reconocido con el Premio de la Academia, siendo la quinta de siete estatuillas ganadas por el experto en caracterización. Pero ni siquiera este historial le ayudaría ante las tendencias de la industria contemporánea, lo que le obligó a retirarse en 2015, argumentando que “me gusta hacer las cosas bien y ellos las quieren baratas y rápidas”. La propia franquicia de Hombres de Negro sufrió los estragos de su partida con su reciente faceta internacional, con extraterrestres digitales que intentaron replicar lo hecho por Baker, pero que en su mayoría resultaron demasiado genéricos o demasiado humanos.
Hulk (2003) vs. Hellboy (2004)
En el papel, Hulk y Hellboy no tienen mayor relación que sus orígenes impresos. Sin embargo, hubo un tiempo en que ambos personajes formaron parte de un intenso debate: ¿cuál era la mejor manera de adaptar un personaje de naturaleza humana y apariencia monstruosa? Ang Lee se inclinó en Hulk por la vía digital con resultados desastrosos, al grado que muchos consideran que su héroe esmeralda figura entre las peores adaptaciones de cómics de todos los tiempos.
Guillermo del Toro optó con Hellboy (vela AQUÍ) por la ruta tradicional, lo que le valió el agradecimiento del público por rescatar los métodos tradicionales en una industria cada vez más computarizada. No fue la última vez que el tapatío nos permitió gozar de esta magia, recordando lo hecho en trabajos posteriores como El laberinto del fauno (2006), Hellboy II: El ejército dorado (2008) y La forma del agua (2017) que le valió el Oscar a Mejor director y película.
El señor de los anillos (2001, 2002, 2003) vs. El Hobbit (2012, 2013, 2014)
Por años se pensó que El señor de los anillos era una saga inadaptable, pero Peter Jackson demostró lo contrario con una trilogía que supo combinar efectos prácticos y digitales para capturar el mundo descrito por J. R. R. Tolkien. Quizá el mejor ejemplo sea el Abismo de Helm, que incluyó rodaje en locación, centenares de extras caracterizados de elfos, orcos y rohirrim, así como ejércitos aumentados en número con el poder de la digitalización. Quizá por ello los aficionados se mostraron especialmente dolidos cuando el mismo Jackson traicionó su esencia durante la realización de El Hobbit.
Aunque las precuelas siguieron apoyándose en los efectos prácticos, esta vez el realizador priorizó la labor computacional, lo que pudo apreciarse muy especialmente en las armadas de Azog. La primera trilogía ganó cinco Premios de la Academia entre maquillaje y efectos; la segunda tuvo que conformarse con cuatro nominaciones y ni una sola estatuilla.
Jurassic Park (1993) vs. Jurassic World (2015)
“Don’t move! He can’t see us if we don’t move!” Aunque ésta es una de las frases más icónicas del cine, buena parte de su impacto radica en la perfección de toda la secuencia, lo que incluye uno de los animatronics más impresionantes en toda la historia: un T-Rex tamaño real, de más de seis metros de altura, doce de longitud y un peso cercano a los 8,000 kg en Jurassic Park (vela AQUÍ). Es el más grande jamás realizado por el taller de Stan Winston, quien fuera responsable de otros VFX memorables como Aliens (1986) y Terminator 2: El juicio final (1991). No sorprende que Steven Spielberg reconociera al dinosaurio como la verdadera estrella de la película.
Más de veinte años después, Jurassic World retomó la esencia del clásico original para mostrarnos un parque prehistórico completamente funcional. Colin Trevorrow hizo un estupendo trabajo, siendo su impresionante éxito en taquilla buena prueba de ello, pero traicionó la esencia de toda la saga original al olvidarse de los efectos prácticos para dar criaturas netamente digitales. Aunque esta decisión abrió la puerta a muchas posibilidades -el escape de los pterodáctilos es una de las secuencias más impresionantes de toda la franquicia-, resulta imposible dejar de imaginar lo terroríficamente impresionante que habría lucido un Indominus Rex tangible.
El rey león (1994) vs. El rey león (2019)
El rey león es una de las películas más queridas en toda la historia de Walt Disney Studios, pero también una de las más controvertidas por sus similitudes con Hamlet de William Shakespeare y su rumorado plagio a Kimba: El león blanco (1965). La polémica incrementó con lo que muchos han considerado su versión live-action, cuando realmente se trata de un remake CGI altamente fotorrealista. Tanto, que la producción tuvo que pagar un precio muy alto por lograrlo: sacrificar la expresividad de sus personajes, ¿pues cómo animar la sonrisa o el llanto de un león sin caricaturizarlo? La decisión fue impresionante en el aspecto visual, pero demasiado arriesgada en el narrativo, pues ha dificultado el impacto emocional de la original. Esta situación es especialmente grave si consideramos que la nueva versión es una calca virtualmente idéntica, en ocasiones cuadro por cuadro, del filme estrenado en 1994, lo que implica que el problema no viene de la historia, sino de la técnica.
Trilogía original de Indiana Jones (1981, 1984, 1989) vs. El reino de la calavera de cristal (2008)
La trilogía original de Indiana Jones fue realizada en la era más gloriosa de Steven Spielberg y George Lucas, por lo que no sorprende que uno de sus mayores encantos sean sus efectos prácticos. Esto incluye la mítica secuencia en el templo peruano, las desintegraciones finales en Cazadores del arca perdida (1981) y La última cruzada (1989), así como los incontables animales e insectos empleados en cada una de sus aventuras. Toda esta magia se perdió con El reino de la calavera de cristal, que reemplazó la practicidad de antaño con secuencias netamente digitales que quizás habrían funcionado en otros casos, pero no con el arqueólogo. La caída de Irina Spalko fue olvidable, las hormigas gigantes nunca provocaron la repulsión deseada, el balanceo de Mutt Williams junto a los monos lució absurdo, mientras que los topos CG de los primeros minutos fueron simplemente incomprensibles.
Trilogía original de Star Wars vs. Ediciones especiales vs. Precuelas vs. Nueva trilogía
Star Wars siempre ocupará un lugar de honor entre las franquicias más queridas por el público, pero también entre las más afectadas por el entusiasmo digital de George Lucas. La Trilogía original conquistó por su fascinante historia, pero también por la creatividad de sus efectos prácticos. Pero el padre de la galaxia muy muy lejana nunca estuvo plenamente satisfecho con esta visión, por lo que años después decidió hacerle algunas añadiduras que no fueron plenamente recibidas por los aficionados, resaltando las alteraciones al duelo entre Han Solo y Greedo. El debate alcanzó su punto más alto con las precuelas que, si bien representaron un importante desarrollo en la tecnología cinematográfica, fueron duramente criticadas por su excesiva digitalización. Como defensa, Lucas argumentó que su intención era mostrar una galaxia más moderna y colorida previo al ascenso imperial.
Más recientemente, la Nueva trilogía comandada por Kathleen Kennedy, J. J. Abrams y Rian Johnson, además de los spin-offs han combinado lo mejor de ambos mundos al priorizar los efectos prácticos de antaño para luego reforzarlos vía CG. Los resultados han sido visualmente deslumbrantes.
Los diez mandamientos (1956) vs. Éxodo: Dioses y reyes (2014)
Los diez mandamientos es unos de los mayores clásicos del viejo Hollywood, el cual pasó a la historia por las estupendas actuaciones de Charlton Heston y Yul Brynner, así como por la mítica secuencia en la que Moisés abre al Mar Rojo para garantizar el escape hebreo. Para lograrlo, la producción combinó secuencias filmadas en las costas egipcias con otras rodadas en Paramount y que implicaron la liberación de miles de litros de agua en un tanque con forma de U. El efecto tomó seis meses y fue considerado el más desafiante de su época. Estos factores hicieron que su remake luciera virtualmente imposible, hasta que Ridley Scott lo intentó con Éxodo: Dioses y reyes. La cinta generó polémica por plasmar la divinidad en un panorama realista, lo que incluyó una separación del Mar Rojo inspirada en un tsunami y completamente digital. Los VFX implicaron la creación de gigantescas olas, miles de caballos y carrozas, además de cerca de 400,000 personas. Esto fue combinado con escenas de Christian Bale y cerca de 40 personas que le acompañaban en el set. La escena fue visualmente espectacular, pero quedó muy lejos de igualar el impacto por su contraparte cincuentera.