La experiencia le provocó años de adicción y dolor emocional.
Con décadas de carrera y numerosos premios, Jamie Lee Curtis puede presumir una de las trayectorias más sólidas en la actualidad. La ganadora del Oscar (y también protagonista de la franquicia Halloween) inició desde muy joven en el mundo de la actuación, pero aunque hoy todo es miel sobre hojuelas, hubo tiempos en que incluso la gente detrás de cámaras era ruda con ella. De hecho, Jamie Lee Curtis señala a un director de fotografía como el responsable de que entrara a las cirugías estéticas.
En entrevista para 60 Minutes, Curtis habló sobre los estándares de belleza que durante décadas han marcado la industria del entretenimiento. Según sus palabras, no hay nada como la belleza natural, y por ello se ha manifestado como una gran defensora de la misma. Para ejemplificarlo recordó el incidente que vivió durante el rodaje de la película Perfect, la cual protagonizó junto a John Travolta.
“Él estaba como: ‘Sí, hoy no la voy a filmar. Tiene ojeras’. Y yo tenía 25 años, por lo que sus palabras resultaron muy vergonzosas. Así que tan pronto como finalizó el rodaje de la película, terminé haciéndome una cirugía plástica”.
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La actriz, hija de los también intérpretes Tony Curtis y Janet Leigh, no sólo cambió su forma de pensar tras semejante momento. También se ha dedicado a compartir mensaje en pro de las actrices y la forma en que se les trata dentro de la industria. Como era de esperarse, Jamie Lee Curtis se arrepiente de las cirugías, especialmente de esa en la que tocaron sus ojos.
“Una cirugía no es lo que uno quiere hacer cuando tiene 25 o 26 años. Me arrepentí inmediatamente y, en cierto modo, me he arrepentido desde entonces”, añadió. “Me he convertido en una defensora pública de decirles a las mujeres que son hermosas y perfectas tal como son. Así que sí, no fue bueno para mí hacerlo”.
Consecuencias inesperadas
La cirugía en los ojos no sólo le trajo el arrepentimiento, sino también una dependencia a los analgésicos que la afectó durante mucho tiempo. Sin saberlo, aquel director de fotografía y sus comentarios inapropiados volvieron a Curtis en fan de un opiáceo que, además de calmar sus dolores, le provocaba sueño. Nunca lo utilizó antes de algún evento público, así que la dependencia jamás fue algo visible en los medios. “Era muy reservada, muy reservada al respecto, pero se convirtió en una dependencia, sin duda”.

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Han pasado 22 años desde que el opiáceo se convirtió en cosa del pasado, pero la actriz continúa firme en sus posturas sobre la belleza del cuerpo humano. No quiere que alguien más repita su tortuoso camino, y por ello apela a la apreciación de los cuerpos naturales. Con 66 años de edad, la protagonista de Otro viernes de locos afirma que su cuerpo ya no está sujeto a complacencias de nadie, y que hará con él lo que mejor le convenga.
Así lo expresó en 2022, durante la promoción de Todo en todas partes al mismo tiempo.
“En el mundo, existe una industria —una industria de mil millones de dólares— dedicada a ocultar cosas. Correctores. Moldeadores. Rellenos. Procedimientos. Ropa. Accesorios para el cabello. Productos capilares. Todo para disimular nuestra verdadera identidad. He estado metiendo el estómago desde los 11 años, cuando empiezas a ser consciente de los chicos y los cuerpos. Decidí, muy específicamente, soltar y liberar todos los músculos que solía contraer para ocultar la realidad. Ese era mi objetivo. Nunca me he sentido más libre, creativa y físicamente”, dijo a Entertainment Weekly.
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